6-1-2020 EPIFANIA
(A)
Celebramos
hoy la fiesta de la Epifanía
(que significa manifestación) del
Señor, más conocida popularmente como la fiesta de los Reyes Magos. Unos Magos
del Oriente, se cree que del actual Iraq o Irán, vinieron para adorar al Rey de
los Judíos, a Jesús. Nos dice el evangelio que, cuando llegaron ante el portal
de Belén, le ofrecieron sus regalos: oro, incienso y mirra. De este
acontecimiento viene la costumbre en España de hacer o intercambiar regalos por
esta fecha del 6 de enero.
Hay
distintas clases de regalos: regalos para los niños y para su diversión y ocio;
regalos de compromiso y, a veces, ¡qué difícil es dar con el regalo adecuado
para una persona y para una ocasión determinada!; regalos útiles para la
persona que los recibe; regalos de mucho valor material; regalos de mucho valor
sentimental… Esta homilía va de regalos.
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Veamos ahora los regalos de los Magos al Niño Jesús:
Oro. ¿Por qué oro? El oro fue siempre
un metal precioso y de mucho valor para los hombres. Lo llevaba la gente rica y
los reyes. Jesús no era rico, había nacido en un establo entre pajas, pero era
rey, y como tal le regalaron oro. Muchos hombres siempre han querido ofrecer lo
mejor que tenían para Dios. ¿No veis los edificios, como la catedral de Oviedo
o su retablo, que se han construido para Dios? ¿No veis lo que se gastan
algunas cofradías en mantos a la
Virgen, en coronas para la Virgen, en flores, en restaurar los pasos de
Semana Santa para mostrarlo sólo unas horas al año? Me consta que algunos
sacerdotes en Andalucía han querido que no se gastaran esas cantidades ingentes
de dinero en todo lo que acabo de decir, sino que se diera a los necesitados,
pero los cofrades se enfadaban, porque querían dar “eso” para sus devociones.
Incienso. El incienso se utilizaba
entonces en las ceremonias religiosas y pretende elevar el humo aromatizado
ante Dios. Por eso, los Magos, aunque no lo supieran de un modo muy claro,
estaban ofreciendo incienso al Niño Jesús…, como Dios que era. También ahora en
las ceremonias más solemnes se quema incienso y se rocía del mismo al altar en
donde se va a consagrar el pan y el vino, que se convertirán en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Se rocía
de incienso el mismo pan y vino. Se rocía de incienso el ambón y la Palabra de Dios que va a
ser proclamada. Se rocía con incienso al sacerdote u obispo que presiden la Misa, a los sacerdotes que concelebran,
a los fieles que celebran la Misa,
y al cadáver de cristiano fallecido, pues ellos van a realizar funciones
sagradas y en ellos está presente Dios por la creación (a su imagen y
semejanza) y por el Bautismo (hijos adoptivos de Dios, hermanos de Cristo y
templos del Espíritu Santo). El incienso es para Dios y para elevarnos a Dios.
Mirra. Cuando un hombre o una mujer
mueren, rápidamente su cadáver se descompone y huele mal. ¿No habéis pasado
alguna vez por el campo o en la ciudad al lado de un cadáver de un gato, de un
perro o de otro animal? Salen de él las moscas y huele muy mal. Pues bien, eso
también pasa en los hombres que mueren. A veces, como se tardaba un tiempo en
enterrarlos, y por Israel y el Oriente hacía mucho calor, lo que se producía
era una descomposición del cadáver más rápida, y por ello se utilizaba la
técnica de embalsamamiento. Y uno de los instrumentos usados en esta era la mirra. Cuando murió
Lázaro, el amigo de Jesús, y este quería verlo, le dijeron las hermanas: “Señor,
tiene que oler muy mal, porque ya hace cuatro días que murió” (Jn 11, 39b).
A Jesús, cuando murió, quisieron embalsamarlo (Lc. 23, 56 - 24, 1). Por lo
tanto, ofrecer mirra a Jesús como regalo por parte de los Magos significaba que
Él era hombre como nosotros, y, por lo tanto, iba a morir igual que mueren
todos los hombres.
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Hasta aquí hemos hablado de los regalos que los Magos ofrecieron a Jesús. Pero
veamos también algunos de los regalos que Dios nos hizo a los hombres con el
nacimiento de Jesús:
Luz. Isaías, en la
primera lectura, profetiza en este sentido: "¡Levántate Jerusalén, que
llega tu luz! Mira: las tinieblas cubren la tierra, la oscuridad los pueblos,
pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti; y caminarán los
pueblos a tu luz". Jesús viene presentado como Luz en medio de las
tinieblas que rodean al mundo. Por ejemplo, los Magos fueron guiados hasta
Belén por un estrella, que desapareció en cuanto se mostró el lugar donde yacía
el niño Jesús. Desapareció porque todas las estrellas desaparecen cuando llega
el sol y este trae el día. Así, el Sol-Jesús hizo desaparecer la Estrella del Oriente. Por
eso, vemos cómo Cristo Jesús es Luz para todos nosotros. Para todo el que cree
en Él, Jesús es Luz en medio de las oscuridades y dudas de esta vida. El que no
cree en Jesús camina en la oscuridad; en la oscuridad, porque no ve más que lo
que toca, que lo que palpa; en la oscuridad de su propio egoísmo y pecado. Hace
unos días se quejaba una madre de familia de que no tenía trabajo fuera de
casa. Yo le dije que, de parte de Dios, le daría un trabajo al lado de casa,
con una paga 2.400 € mensuales, con 8 horas de trabajo por las mañanas, con
fines de semana libres, con un mes de vacaciones, con 14 pagas anuales, pero…
con dos condiciones: (1) le quitaría la fe que tenía en Dios, (2) le quitaría a
su marido y a sus hijos. Me dijo que no, que se quedaba como estaba. No le
quise decir que el trabajo fuera de casa que pretendía fuera malo, pero sí
quise que se diera cuenta que tenía en su poder lo mejor de este mundo y su
queja continua le impedía disfrutar de lo bueno que Dios le había dado. Dios le
dio luz para ver esto.
Fe. Éste es uno de los
regalos de Dios que yo más aprecio. ¿Qué sería de mí sin fe? ¿Qué sería de mí
sin la esperanza de verlo y de abrazarlo plenamente un día y para toda la
eternidad? ¿Qué sería de mí sin la certeza de su inmenso amor? Tengo un amigo
periodista y hace un tiempo me escribió a propósito de un funeral por un
asesinado lo siguiente: “Te comento una
experiencia intensa que tuve el pasado viernes, 18 de junio. Me tocó hacer la
información del funeral de uno de los dos chicos que mataron a tiros en Avilés.
Fue un funeral religioso, aunque su familia se encontraba más bien lejos de la Iglesia. De hecho,
éramos una minoría los que sabíamos responder al sacerdote. Hubo dos cosas que
me impresionaron en una Iglesia que estaba llena con gente que trabaja en
puticlubs y esos ambientes. Por una parte, el respeto a la muerte y al propio
lugar sagrado. Además, noté en ellos ese frío que en su momento yo noté en el
funeral de mi tía N, el frío de las personas que se encuentran al margen de la Fe, el frío de la vida sin
esperanza. Fue una impresión pero muy honda”. Solo hay una cosa en el mundo
más grande –para mí- que la fe en Dios y es… Dios mismo.
Alegría. Dice la primera lectura: “Entonces lo verás, radiante de alegría; tu
corazón se asombrará, se ensanchará.” También el evangelio nos dice que los
Magos “se llenaron de inmensa alegría”.
Recuerdo al padre de una señora de color de Cabo Verde (esta señora vive en
Lugones) cuando vino a España a ver a su hija y después de unos días, al
marchar, dijo: ‘Aquí en Europa, en España, tenéis de todo, pero no sois
felices; no estáis alegres’. Si yo me lleno de cosas, entonces sale Dios de mí.
Si yo me vacío de cosas en mi interior, entonces ese vacío lo puede ocupar
Dios, el Dios de mi alegría.
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Esta última parte de la homilía es para que la rellenemos nosotros: ¿Qué
regalos estoy dispuesto a hacer a Dios y a los demás en este año que empieza?
¿Serán regalos de compromiso…; regalos útiles…; regalos de mucho valor
material…; regalos de mucho valor sentimental…; regalos de mi tiempo…; regalos
de lo que me sobra…?
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