22-7-2018 DOMINGO XVI
TIEMPO ORDINARIO (B)
Cuando
leí este evangelio que acabamos de escuchar y sobre todo esa parte que dice que
“Jesús
vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin
pastor; y se puso a enseñarles con calma”, me acordé de un artículo[1]
que había recogido a principios de 2015 y que habla de la educación de los
hijos. Éste es un tema que siempre me ha preocupado. El artículo dice así: “La educadora
Noelia López-Cheda cree que estamos criando niños cómodos que no aprenden lo
que es la responsabilidad.
Saltó a la palestra digital por un post, uno más de su blog que,
sin saber muy bien el porqué, la ha hecho famosa entre muchas de las madres
actuales que retransmiten las andanzas de sus hijos a través de los grupos de
Whatsapp del cole.
Noelia, apasionada por la educación, se rebeló una tarde ante
las exigencias de su hija de 10 años de que mandara
un 'guasap' a las madres de su clase para preguntar qué deberes tenía que
hacer. Se le habían olvidado en clase. ‘Enma, cariño, no es mi responsabilidad
que se te hayan olvidado los deberes. Es tuya; por lo tanto, mañana le dices a
la profesora que se te olvidaron y
que la próxima no se te olvidará’, le contestó. Enma protestó porque la
profesora la iba a reñir y a poner mala nota, pero su madre creyó que ésta era la
mejor forma de educar no sobreprotegiendo a su hija y dejando que se equivocase para
aprender de este error.
Todo se hubiera quedado ahí si Noelia no hubiera escrito esta
anécdota en su blog personal. ‘Me niego a ser la agenda de mi hija’, tituló su
post. Y al día siguiente, tenía más de
100.000 visitas, convirtiéndose en viral y superando en pocos días el millón de
seguidores. ‘Me niego a ser la agenda de mi hija por el grupo del Whatsapp de
madres, me niego a resolver en casa los problemas de los deberes, me
niego a regresar al colegio y me niego a ser tan sobreprotectora que asuma la
responsabilidad de ellos’, son algunas de las frases que han causado furor
entre madres y educadores.
‘Estamos haciendo niños cómodos’, afirma con rotundidad esta
experta en formación. ‘Es bueno que cometan errores, que prueben, que les
salgan las cosas bien o mal, que se aburran...’, continúa. Noelia apuesta por
fomentar en los más pequeños la capacidad de asombro y la curiosidad y trabajar
con ellos su inteligencia emocional, lo cual implica autoestima, autocontrol,
iniciativa, autoconfianza, empatía y relaciones sociales. Considera que ‘otra
educación es posible’.
Explica Noelia que uno de los errores que más cometen los padres
es ‘no dejar a sus hijos ser lo que son’. Especifica que esto no implica no
corregir, sino que implica respetar su propia naturaleza. ‘Intentamos que ellos
lleven la vida que no hemos llevado nosotros y nos olvidamos de que son
personas diferentes a nosotros, con diferentes motivaciones y diferentes
deseos’, reivindica.
Encantada con la proliferación de libros sobre educación e
incluso la creación de escuelas de padres, defiende no obstante que ‘aprendes a
ser padre siéndolo’, por lo que invita a todos los progenitores a no agobiarse,
puesto que ‘tenemos un instinto natural que nos ayuda a
serlo y debemos dejarnos guiar por él. Todo resulta más fácil cuando lo hacemos
así, cuando confiamos en nosotros como padres’.
Sus
consejos clave para los padres:
- Mirad a los ojos a vuestros hijos cuando habléis con ellos,
demostradles que son importantes.
- Marcad los límites (reglas de juego con firmeza y cariño a la
vez). No cedáis, pero acompañad en esa dificultad.
- Respetad sus tiempos: cada niño es diferente y muestra una
personalidad distinta. Los manuales están bien, pero hay una sabiduría mayor
que tenemos dentro y nos indica el camino adecuado.
- Fomentad el contacto con la naturaleza y el asombro. Ayudad a
descubrir la belleza que tiene el mundo a través de compartir experiencias.
- Ayudadles a que comprendan el uso responsable de la tecnología
como herramienta fabulosa que ayuda a los seres humanos y facilita la vida.
- No se lo deis todo, por mucho que sea fácil. Hay que valorar
lo que tenemos y eso se hace valorando los momentos en que NO tenemos”.
Como he dicho
tantísimas veces, para enseñar e
inculcar lo espiritual en los hombres, es necesario antes que esos mismos hombres
hayan crecido y madurado en los valores humanos. Lo mismo que, antes de
las ecuaciones y de las integrales, vienen las sumas y las restas; lo mismo
que, antes de la universidad, viene el bachiller y antes la escuela; lo mismo
que, antes que el aprobado, viene el estudio y el esfuerzo; lo mismo que, antes
de ganar un partido de fútbol, viene el entrenamiento continuado durante meses;
lo mismo que, antes de recibir la 1ª Comunión, viene todo el tiempo de
catecismo; lo mismo que, antes que la boda, viene el noviazgo… Pues del mismo
modo, antes de la certeza de la fe, antes de la luz del evangelio, antes de la
gracia de Dios…, vienen las dudas, los pecados, la reflexión y lectura
constante y serena de la Palabra de Dios. Así nos lo enseña Jesús en la famosa
parábola del hijo pródigo: antes del regreso a la casa del padre, vino el
arrepentimiento y la decisión de pedir perdón; antes del arrepentimiento, vino
el hambre, la sed, la humillación de estar cuidando cerdos (el oficio más bajo
para un judío); antes de pasar estas necesidades, vino la pobreza más absoluta;
antes de la pobreza más absoluta, vino el gastar desmesuradamente y sin control
los dineros que no había uno ganado con su propio esfuerzo; antes de agarrar
esos dineros, vino el reclamárselos a su padre con agresividad y exigencias;
antes de esa agresividad, vino la soberbia y creerse con derecho a todo y sin
obligaciones de nada.
En efecto,
Jesús nos ve cómo somos y a dónde vamos a llegar. Ve que estamos perdidos en tantas ocasiones y sin norte ni metas
adecuadas en nuestras vidas. Por eso, cualquier dificultad nos puede hundir:
perder el trabajo, fracasar en nuestras relaciones familiares (como esposos o
como padres), si nos sobreviene una enfermedad grave como un cáncer…
Sí, en tantas
ocasiones Jesús nos mira, y nos ve como ovejas sin pastor ni rumbo alguno en
nuestras vidas. Así, hoy y siempre, Él está detrás de nosotros para enseñarnos.
Pero, para aprender de Dios,
1) tenemos primero que crecer en virtudes y valores
humanos, como esa buena madre del principio de la homilía hace con sus hijos;
2) después tenemos que ir haciendo el recorrido del hijo
pródigo: recogimiento, reflexión, reconocimiento de nuestros pecados y errores,
dudas y oscuridades…
3) hasta que un día la luz llega a nosotros y nos damos
cuenta que todo el tiempo Dios ha estado a nuestro lado, como el Buen Pastor,
enseñándonos y alimentándonos.
[1] Tomado del ABC (18-1-2015).
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