24-12-2017 DOMINGO IV
ADVIENTO (B)
Estamos en el cuarto
Domingo de Adviento. Hoy por la noche celebraremos el nacimiento de Jesús, el
Hijo Único de Dios. En este tiempo de Adviento nos hemos ido preparando para la
venida de Jesús. Para ello hemos preparado un colchón para la cuna del Niño
Jesús durante el Adviento; hemos orado sobre los textos bíblicos que la Iglesia nos proponía en
las Misas; hemos querido ser receptivos a la Alegría, que sólo el Señor nos puede dar. Pero,
para acercarnos más a Jesús, se nos propone hoy, además, hacerlo a través de su
querida madre, María.
-
Nos narra el evangelio que el ángel Gabriel se presentó a una doncella de una
aldea perdida en la montaña de Galilea. A esta doncella se le propone de parte
de Dios la posibilidad de ser la madre del Mesías, la madre del Hijo de Dios.
Ella pregunta al ángel Gabriel que cómo va a quedar embarazada si no ha
mantenido relaciones con ningún hombre, a lo que el ángel le contesta que será
el Espíritu Santo quien la cubra y quien la deje encinta, pues todo es posible
para Dios. Al oír esto María, ya sin ninguna duda y con total disponibilidad,
contesta: “Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”.
En el momento en que
María contesta de este modo, ella se queda embarazada. Su vientre recibió la
semilla divina, que fecundó su óvulo, y allí apareció una vida humana y a la
vez una vida divina. María llevaba dentro de sí a un niño humano y a la vez a
Dios mismo.
El 25 de marzo la Iglesia celebra la festividad de la Encarnación del Hijo
de Dios en el vientre de María y el 25 de diciembre la Iglesia celebra el
nacimiento de Jesús. No quiero ahora detenerme en si tales días corresponden
realmente a las fechas de la concepción y del nacimiento de Jesús. No es el
momento. Pero lo que sí quisiera plantearme, aquí y ahora, es la siguiente
pregunta: ¿Qué pasó durante estos 9 meses, es decir, durante el tiempo del
embarazo[1]? Nada de esto se nos dice. Uno de los evangelistas
únicamente nos dice que en estos 9 meses sucedió el encuentro de María con su
prima Isabel.
Se ha de suponer que en estos 9 meses la Virgen
María percibió algunos cambios en su cuerpo, lo mismo que les sucede a todas
las mujeres que se quedan embarazadas. Lo que voy a decir ahora lo he
preguntado a algunas mujeres que han sido madres. Lo primero que me dijeron es
que cada embarazo es distinto. De modo general, lo que una mujer embarazada
puede sentir y, por tanto, lo que María pudo haber sentido es esto (perdón por
los errores e imprecisiones que cometa al decirlo):
* En el primer trimestre María pudo sentir, entre
otras cosas, nauseas, vómitos, se volvió más sensible, tuvo más sueño, se le
agudizó el olfato. A partir de la semana 12 de gestación ya estaba formado el
bebé.
* Parece que el segundo trimestre pudo ser el mejor,
pues María quizás no tuvo ya las nauseas, ni las molestias del primer
trimestre, ni tampoco la pesadez que tendría en el tercer trimestre. También es
cierto que hay mujeres que lo pasan mal, muy mal durante todo el embarazo. En
este segundo trimestre, a partir de la semana 18, María habría empezado a notar
que la criatura se movía dentro y daba alguna patada.
* En el tercer trimestre los pulmones de María se habrían
visto aprisionados, porque el niño ya habría crecido bastante y necesitaba más
espacio. Además, María tuvo que llevar más peso consigo en este tiempo y esto
le dificultó para caminar, con la consiguiente hinchazón de piernas y con dolor
de riñones.
Sí, en María hubo un cambio en su cuerpo durante el
embarazo, pero también en su mente, pues dejó de ser adolescente para
convertirse en toda una mujer. Dejó de ser mujer a secas para irse convirtiendo
poco a poco en madre. Asimismo la relación con su entorno: vecinos, familiares…
tuvo que cambiar. Ella vería ahora todo con otros ojos y a ella también la
verían con otros ojos. El embarazo de María tuvo que ser muy bonito, el sentir
cómo se iba creando dentro de su ser una vida nueva e independiente de ella. Para
María lo más bonito que podía sucederle era el ser madre. Por todo lo que acabo de
narrar, se puede decir que María fue, es y será solidaria (aunque los
cristianos hablamos más de “estar en comunión”, que tiene un significado más
profundo que la mera solidaridad) con todas las mujeres que han estado
embarazadas, que lo están y que lo estarán. María acoge, comprende y vela sobre
todas las mujeres embarazadas.
El 4 de diciembre de 2008 leía en un periódico el
testimonio de una mujer, Esperanza Puente, que había abortado. Decía así: “He
querido explicarles lo que vivimos las mujeres cuando vamos a abortar. El
miedo, la angustia, la soledad cuando te enfrentas a un embarazo inesperado y
te abandona tu pareja, o no hay comprensión por parte de la familia, o te
amenazan en el trabajo: «abortas o te despido», o hay exclusión social, o
tienes problemas económicos...”. También María pudo pasar por esta soledad, por esta
angustia y por este miedo. José pudo denunciarla y ella podría haber acabado
lapidada junto con su hijo. Por eso, María
está en comunión con todas las mujeres que, por una razón u otra, se han visto
obligadas a abortar, o están abortando ahora mismo, o van a abortar en un
futuro.
María
está asimismo en comunión con tantas mujeres que no pueden tener hijos; está en comunión con
tantas parejas que, por una dificultad del varón o de la mujer, no pueden
engendrar hijos y se quedan sin ellos, a pesar de ansiarlos tanto.
Igualmente María está en comunión con tantas mujeres
que se casaron enamoradas y por haber fracasado su matrimonio y debido a su
edad ya no pueden tener hijos, a pesar de que los deseaban y los desean con
todas sus fuerzas.
Alguien puede
preguntarse o preguntar por qué María puede estar en comunión con todas estas
personas y la respuesta es que María llevó en su vientre, no simplemente a un
niño, sino que con ella tenía a Dios mismo, al Hijo Único de Dios Padre. ¿Qué habrá sentido María en su espíritu al llevar a Dios durante esos 9
meses? Pues bien, a
través de su Hijo, María pudo, puede y podrá estar en comunión con todas esas
personas.
[1] Hay algunas imágenes en las iglesias que nos muestran a María embarazada.
A mí siempre me inspiraron ternura dichas imágenes
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo,bendita Tú eres, entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre JESUS.
ResponderEliminarMaría, te admiro ,te quiero porque nos has dado la vida.Una vida llena de paz,de alegría y sobre todo de esperanza. Eres la madre de esse Niño Jesús, y de ese hombre Cristo. No tengo palabras para comentar lo que es para mí tú Hijo. Ya desde pequeña lo quería,y lo quiero con todo mi corazón. Madre le fallo en muchas cosas,pero quiero que sepas, que Él dirige mi vida.
Son pequeñas cosas las que hago,pero en cada una de ellas me siento la mujer más dichosa y feliz.Gracias por haber aceptado ser madre de nuestro Señor. Y gracias por querernos y protegernos.Alabada seas por siempre.
Feliz Navidad,os lo deseo de todo corazón.Un abrazo