20-12-2015 DOMINGO IV DE ADVIENTO (C)
El martes 8 de diciembre comenzaba
en toda la Iglesia
Católica el Año Santo jubilar de la Misericordia, el cual
durará hasta finales de noviembre de 2016, hasta el domingo de Cristo Rey. Este
Año jubilar lo inauguraba el Papa Francisco en la basílica de San Pedro, en el
Vaticano. El domingo siguiente, 13 de diciembre, el mismo Papa Francisco abría
también la Puerta Santa
para los peregrinos de todo el mundo en la catedral de Roma, San Juan de
Letrán. Pero, para que todos puedan beneficiarse de este Año Santo, el Papa
indicaba a todos los obispos que abrieran en sus catedrales una Puerta Santa a
fin de que los fieles de cada diócesis puedan peregrinar a esas iglesias y
entrar por dichas puertas. A esta puerta la llama también el Papa la Puerta de la Misericordia (Misericordiae
Vultus, n. 3c).
¿Qué
es lo que el Papa Francisco nos propone a los cristianos para este Año Santo en
su Carta Apostólica Misericordiae Vultus?
Pues él nos propone varias acciones. Yo os voy a exponer algunas y luego
cada uno puede aplicarlas a su propia vida.
1) El Papa nos propone peregrinar, bien sea hasta Roma, bien sea hasta la
catedral de nuestra diócesis, para recibir el perdón de nuestros pecados y la Indulgencia Plenaria. Desde nuestras parroquias de este concejo, junto con la Cofradía que se fundó en
Tapia de Casariego (Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores y del Santo
Cristo), se va a organizar una peregrinación a la catedral de Oviedo un día de la Cuaresma de 2016. Hasta
allí iremos para entrar por la
Puerta Santa, para poder confesarnos (los que queramos), y
para ganar la
Indulgencia Plenaria de la que nos habla el Papa. En Asturias
igualmente podemos ganar la Indulgencia
Plenaria en la
Basílica de Covadonga y en la Basílica del Sagrado
Corazón de Gijón (la ‘iglesiona’).
Dice el Papa Francisco que, para
hacer esta peregrinación hemos de prepararnos previamente. Y él nos propone dos
pasos para ello: a) Aplicar el evangelio que nos dice que no juzguemos a los
demás para no ser juzgados, que no condenemos a los demás para no ser condenados,
que perdonemos a los demás para ser perdonados (cfr. Lc. 6, 37) (n. 14b). b)
Abrir nuestros corazones a todas aquellas personas ‘que están fuera de la
sociedad’[1] por
ancianidad, por enfermedad, por pobreza, por algún vicio de alcohol, drogas o por
cualquier otro problema (n. 15).
2) Igualmente el Papa nos dice: “Es mi vivo deseo que el pueblo cristiano
reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales […] Redescubramos las obras de misericordia corporales: dar de comer al hambriento, dar de
beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir los
enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos. Y no olvidemos las obras de misericordia espirituales: dar consejo al que lo necesita,
enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las
ofensas, soportar con paciencia las personas molestas, rogar a Dios por
los vivos y por los difuntos” (n. 15b). En el evangelio que acabamos de
escuchar la Virgen María
practicó la misericordia al ir a visitar a su prima Isabel, anciana y
embarazada de seis meses. Y, al practicar la misericordia, peregrinó con su
Hijo Jesús dentro de su seno. En este caso no fue el hombre quien peregrinó al
encuentro de Dios, sino Dios mismo (Jesús) el que peregrinó al encuentro del
hombre (Isabel).
3) Una tercera iniciativa que
propone el Papa Francisco es una acción que él llama así: ‘24 horas para el Señor’. Se celebraría durante el viernes y el
sábado que antecede al IV domingo de Cuaresma, es decir, el 4 y el 5 de marzo.
Y estas ‘24 horas para el Señor’ consiste en que en las diócesis y en las
parroquias se dé opción a que los fieles se confiesen. Nos dice el Papa a los
sacerdotes: “Nunca me cansaré de insistir
en que los confesores sean un verdadero signo de la misericordia del Padre. Ser confesores no se improvisa. Se llega a
serlo cuando, ante todo, nos hacemos nosotros penitentes en busca de perdón […]
Cada confesor deberá acoger a los fieles como el padre en la parábola del hijo
pródigo: un padre que corre al encuentro del hijo no obstante hubiese
dilapidado sus bienes. Los confesores están llamados a abrazar ese hijo
arrepentido que vuelve a casa y a manifestar la alegría por haberlo encontrado”
(n. 17d).
4) También pide el Papa a los obispos que organicen ‘misiones para el
pueblo’, a fin de que sean invitados los fieles a reconciliarse con Dios,
los hermanos entre sí y a cambiar de vida (n. 18b). En este sentido veremos qué
se puede organizar en la UPAP
de Tapia de Casariego o en nuestro arciprestazgo.
En definitiva, junto con el Papa
Francisco, os animo a aprovechar este Año Santo de la Misericordia para
cambiar un poco nuestra vida: para alejarnos del mal y acercarnos a Dios y a
nuestros hermanos, y para tener una fe más viva y coherente con el evangelio de
Nuestro Señor Jesucristo.
¡Vamos a pedirle ayuda a Él, que
está a punto de nacer de nuevo en nuestro mundo, en nuestra Iglesia, y en
nuestros corazones!
[1] Las palabras textuales del Papa Francisco son: “En este Año Santo, podremos realizar
la experiencia de abrir el corazón a cuantos viven en las más contradictorias
periferias existenciales, que con frecuencia el mundo moderno dramáticamente
crea” (n. 15a).
Maravillosa propuesta la del Papa, ¡cuánto necesita la Iglesia de la Misericordia! Es una palabra preciosa a la que nos hemos acostumbrado, como a tantas otras, y que había perdido su sentido. La llegada de Francisco desde el primer día de su pontificado nos la ha hecho redescubrir y en su cercanía, gestos y palabras sencillas, la ha hecho muy cercana,concreta y real.
ResponderEliminarSu Carta sobre la Misericordia, no tiene desperdicio.¡Qué bien entendemos aquello que nos toca el corazón! Ojalá este Año la Gracia de Su Misericordia nos esponje el corazón y humanice nuestro mundo.
Buena semana amigos.
La carta de la MISERICORDIAE VULTUS,creo que se compone de 25 números,voy en el sexto,que profundidad de lo que es la misericordia,que tantas veces se nos olvida,Dice el Papa Francisco,que es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona,cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida.Que es la vía que une Dios y el hombre,porqué abre el corazón a la esperanza.La puerta de la misericordia,consuela,perdona y ofrece esperanza.Y que llevando la bondad y ternura de Dios a todos creyentes y lejanos.Que palabras tan hermosas y de mucha profundidad.Le pido a Dios que me de fuerza y que alumbre mi camino para que en tantas cosas sencillas pueda demostrar la misericordia y bondad de Dios.Gracias D. Andrés por esas palabras y testimonio que usted nos hace ver con su misericordia.Dios lo bendiga y a todos los del blog.Un abrazo hermanos.
ResponderEliminarMaravillosa carta del PAPA Francico de la Misericordia.Cuantas veces nos acogemos a ella pidiendo perdón,pero el PAPA nos explica como nosotros debemos de practicarla ¡es maravillosa la Misericordia!.Pido al SEÑOR que me ayude a ser misericordiosa siempre ,sobre todo con los que están más excluidos en la sociedad .Que DIOS nos bendiga atodos.
ResponderEliminarCreo que la palabra que mejor define cómo tiene que ser nuestra Misericordia es ENTRAÑABLE. Tiene que salir desde nuestras entrañas, que están todavía más adentro que el corazón. La Biblia nos dice: "Rasgad los corazones, no las vestiduras" (Joel 2,12). "Os arrancaré el corazón de piedra y os daré una corazón de carne" (Ezequiel 36,25). "Porque misericordia quiero y no sacrificios, y conocimiento de Dios, más que holocaustos" (Oseas 6,6).
ResponderEliminarS. Pablo nos enseña cómo hacerlo: "vestíos de la misericordia entrañable con bondad, humildad, dulzura y comprensión... y por encima de todo esto,el Amor, que es el ceñidor de la unidad consumada."
Hay un Himno de la liturgia de las horas, en el que pedimos a Dios "que el corazón no se me quede desentendidamente frío". y una Plegaria Eucarística muy bonita que dice: "Damos Señor, entrañas de misericordia ante toda miseria humana. Inspíranos el gesto y la palabra oportuna frente al hermano solo y desamparado. Ayúdanos a mostrarnos disponibles ante quien se siente explotado y deprimido. y que tu iglesia, Señor, sea un recinto de verdad y de amor, de libertad, de justicia y de paz; para que todos encuentren en ella, un motivo para seguir esperándote."