16-2-20 DOMINGO
VI TIEMPO ORDINARIO (A)
Dice el salmo 118, que acabamos de
escuchar: “Dichoso el que, con vida
intachable, camina en la voluntad del Señor”. Sí, nosotros
queremos ser felices, aquí y siempre[1].
Para lograrlo, como nos dice el salmo, debemos caminar al lado de Dios y de la
mano de Dios, y al mismo tiempo, debemos procurar llevar una vida intachable.
En los evangelios de estos domingos
estamos leyendo el sermón de la montaña. Se trata de una recopilación de dichos
y enseñanzas de Jesús; con estos dichos Jesús quiere enseñar a sus discípulos,
es decir, a nosotros, a caminar al lado de Dios y a llevar una vida intachable.
Veamos dos de estos dichos y procuremos profundizar en ellos y aplicarlos a
nuestra vida en este año 2020.
- “Habéis oído que se dijo a los
antiguos: ‘No matarás’, y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el
que esté peleado con su hermano será procesado”. Los que estamos aquí: ¿Nos
llevamos bien con todo el mundo? ¿Se lleva bien todo el mundo con nosotros?
¿Con cuántos estamos peleados? ¿Cuántos no nos hablan? ¿A cuántos no hablamos?
¿Cuántos ‘hemos matado’ en nuestro corazón y están muertos para nosotros?
¿Cuántos ‘nos han matado’ en su corazón y estamos muertos para ellos? Como todos sabemos, la convivencia humana
es difícil. Los enfrentamientos, por desgracia, forman parte de las relaciones
humanas. Una palabra, un gesto, una omisión pueden hacer que se rompan
amistades de toda la vida o que los familiares no se vuelvan a hablar entre sí.
¿Qué tenemos que
hacer los cristianos ante los problemas de convivencia?
1) Como bien dice
San Pablo, “en lo posible
y en cuanto de vosotros
dependa, estad en paz con todos los
hombres” (Rm. 12, 18). Es decir, nosotros, los cristianos, no debemos ser el
origen de los problemas: los que protestamos, los egoístas, los amargados, los
iracundos, los hipersensibles, los suspicaces…, sino que debemos tratar a los
demás con amabilidad, con respeto, con comprensión, con paciencia…
2) Cuando San Pablo
dice: “en lo posible y en
cuanto de vosotros
dependa, estad en paz con todos los
hombres” (Rm. 12, 18), con ello quiere
significar también que, ante los problemas de relación, el perdón y no agudizar las heridas deben formar parte del normal
proceder de los cristianos.
3) Sin embargo, con esta afirmación no quiero
decir que debamos tragar por todo. NO. Cuando a Jesús lo interrogaban los
judíos con intención de matarlo, sucedió esta escena: “Jesús le
respondió (a quien le preguntaba): ‘He hablado abiertamente al mundo; siempre enseñé en la sinagoga y en
el Templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada en secreto.
¿Por qué me interrogas a mí? Pregunta a los que me han oído qué les enseñé.
Ellos saben bien lo que he dicho’. Apenas Jesús dijo esto, uno de los guardias
allí presentes le dio una bofetada, diciéndole: ‘¿Así respondes al Sumo
Sacerdote?’ Jesús le respondió: ‘Si he
hablado mal, muestra en qué ha sido; pero si he hablado bien, ¿por qué me
pegas?’” (Jn. 18, 20-23).
4)
Ya sabéis aquel cuento en que dos personas amigas (José y Fernando) tuvieron
una discusión y José insultó y maltrató gravemente de palabra a Fernando. Y
Fernando escribió en la arena de la playa: ‘Mi amigo José me insultó y me
hirió’. Pasado un tiempo José hizo mucho bien a Fernando y entonces este
escribió con un cincel en una roca: ‘Mi amigo José hizo una gran bien para mí’.
Un tercero que había sido testigo de los dos sucesos dijo a Fernando no
entender la razón de escribir en la arena el mal recibido y en la piedra el
bien recibido, si los dos hechos (el bueno y el malo) se los había hecho la
misma persona. A lo que Fernando contestó: ‘José
es mi amigo y escribo lo malo en la arena de la playa para que, cuando suba la
marea, borre ese mal entre nosotros para siempre, y escribo lo bueno en la roca
para que siempre me recuerde de lo bueno que fue y es José conmigo’.
Como vemos aquí, Fernando cumplió muy bien la enseñanza de Jesús.
-
“Habéis oído el mandamiento ‘no cometerás
adulterio’. Pues yo os digo: El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha
sido adúltero con ella en su interior”. ¿Cuántos de los que estáis aquí
habéis sido infieles a vuestro marido o a vuestra mujer? Con esta frase
entiendo que Jesús no solo se refiere a quien va con la vecina del tercero o
con un vecino del quinto. Jesús se
refiere también a aquellos esposos que, no teniendo relaciones sexuales con
otras mujeres o con otros hombres, sin embargo, no son fieles a sus palabras de
consentimiento ante el altar: ‘Yo, N., te quiero a ti, N., como esposo/a y
me entrego a ti, y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en
la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi
vida’.
1)
Cuando amamos más a nuestras aficiones que a nuestro marido o a nuestra mujer,
estamos siendo infieles y cometiendo adulterio.
2)
Cuando amamos más a nuestras familias de sangre que a nuestro marido o a
nuestra mujer, y anteponemos a aquellas a estos, estamos siendo infieles y
cometiendo adulterio.
3)
Cuando nos amamos más a nosotros mismos que a nuestro marido o a nuestra mujer,
estamos siendo infieles y cometiendo adulterio.
4)
Cuando no somos capaces de sacrificarnos por nuestro marido o por nuestra
mujer, estamos siendo infieles y cometiendo adulterio.
5)
Cuando no somos capaces de perdonar a nuestro marido o a nuestra mujer, estamos
siendo infieles y cometiendo adulterio.
6)
Cuando somos iracundos con gritos y amenazas a nuestro marido o a nuestra
mujer, y los avasallamos y aterrorizamos, estamos siendo infieles y cometiendo
adulterio. Sí, porque el amor verdadero cuida y respeta.
7)
Cuando somos cobardes ante los gritos y amenazas de nuestro marido o de nuestra
mujer, y callamos y aguantamos ‘por tener la fiesta en paz’, estamos siendo infieles
y cometiendo adulterio. Sí, porque el amor verdadero corrige y enseña.
8)…….
Atención. Estas afirmaciones que acabo de
realizar deben ser hechas por ambos, no
por uno solo o por el mismo siempre.
[1] ¿Cómo será esa felicidad que nos espera
en el cielo? Dice San Pablo, que mucho más que nosotros conoce de esto, que no
sabe, que no lo sabe él ni lo sabemos nosotros y lo dice con esta frase tan
bella, tan profunda y tan llena de esperanza: “Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios
ha preparado para los que lo aman”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario