6-10-2019 DOMINGO XXVII TIEMPO ORDINARIO (C)
Las
lecturas nos hablan de la fe. Vamos a reflexionar sobre ella.
Hace
años recogí de un periódico (El Comercio, 22-XII-2015) la siguiente historia:
Se trata de Heather McManamy,
una joven madre de EE.UU. que fue diagnosticada de cáncer de mama[1] terminal en 2013 y que
dejó escrita una emotiva carta de despedida para que su esposo la publicara en
Facebook después de su muerte. La noticia del diagnóstico supuso un jarro de
agua fría para su familia y amigos. Sin embargo, esta joven, que dejaría a una
niña pequeña, Brianna, decidió ser valiente y disfrutar cada día junto a su
familia como si fuera el último. Con sólo 36 años Heather finalmente falleció. Su marido, días después de la muerte,
cumplió con el deseo de su difunta esposa: publicó en Facebook la carta. Como veréis a continuación, se trata de una
mujer valiente, positiva, llena de tantas cosas buenas…, PERO SIN FE.
“Bueno...,
tengo buenas y malas noticias. La mala noticia es que, al parecer, estoy
muerta. La buena si estás leyendo esto es que definitivamente tú no lo estás.
Sí, esto apesta. Esto es un asco, pero estoy contenta de haber vivido una vida
llena de amor, alegría y amigos increíbles. Tengo la suerte de poder decir
honestamente que no tengo ningún remordimiento y que consumí cada segundo de mi
energía en vivir la vida al máximo. Los amo a todos y quiero daros las gracias
por esta increíble vida.
Respeto
la religión que tengas; me alegro que te reconforte. Sin embargo, nosotros no somos religiosos. Por favor, por favor, por
favor, no le digas a Brianna que estoy en el cielo. En su mente, eso significa
que yo elegí estar en otro lugar y la dejé. Y en realidad, hice todo lo posible
para estar aquí con ella, preferiría estar con ella y Jeff. Por favor, no la
confundas y déjala pensar por un segundo que eso no es cierto. Porque yo no
estoy en el cielo. Estoy aquí. Pero ya no en el cuerpo de mierda que se
volvió contra mí. Mi energía, mi amor, mi risa, esos recuerdos increíbles, todo
está aquí contigo. Por favor, no pienses en mí con pena o tristeza. Sonríe
sabiendo que estuvimos juntos y que cada momento fue increíble. Odio a la gente
triste. Es más, me encanta hacer reír y sonreír, así que, por favor, en lugar
de deteneros en la tragedia, reíros de los recuerdos juntos. Por favor,
contadle a Brianna historias para que ella sepa cuánto la quiero y lo orgullosa
que me siento de ella. Porque no hay nada que ame más que ser su mamá. Nada.
Cada momento con ella era una felicidad tan intensa que no podía siquiera
imaginar hasta que ella llegó a nuestro mundo.
Y
yo no digo que perdí contra el cáncer. Puede que la enfermedad haya tomado casi
todo de mí, pero nunca se llevó mi amor o mi esperanza o mi alegría. No perdí,
¡maldita sea! La manera en que yo viví durante años con el cáncer es algo que
considero como una gran victoria. Por favor, recordad eso.
Lo
más importante, la increíble suerte de pasar más de una década con el amor de
mi vida y mi mejor amigo, Jeff. El verdadero amor y las almas gemelas existen.
Cada día estaba lleno de alegría y amor con Jeff a mi lado. Él es realmente el
mejor marido del universo. A través de toda mi mierda de cáncer, él nunca
vaciló cuando tanta gente querría salir corriendo. Incluso en los peores días
que te puedas imaginar, hemos encontramos una manera de reír juntos. Lo amo más
que la vida misma, y realmente creo que un amor como el nuestro es tan especial
que vivirá para siempre. El tiempo es lo más valioso en este mundo y de haber
compartido mi vida durante tanto tiempo con Jeff es algo que estoy muy
agradecida. Te quiero, Jeff. Me destroza el corazón tener que decir adiós. Si
se trata de un hecho tan triste para ti como lo es para mí, me rompe el corazón
otra vez más porque la última cosa que quiero hacer es hacer sentir triste a
los demás. Espero que con el tiempo, podáis pensar en mí y sonreír y reír.
Siempre estaré con vosotros de alguna forma. Formas parte de mi mundo y me
encantó cada segundo que pasamos juntos.
Amigos,
os quiero a todos y os agradezco la impresionante vida que me habéis
proporcionado. Y gracias a todos mis asombrosos médicos y enfermeros que
cuidaron tan bien de mí. No dudo de que mi equipo me dio todas las posibles
opciones que tenían en sus manos. Desde los más profundo de mi corazón, les
deseo a todos mis amigos largas y saludables vidas y espero que podáis
experimentar el mismo aprecio por el regalo de cada día que os brindé. Esto no
es un adiós, ya que es un hasta luego. Por favor, hazme un favor y tomaros unos
minutos cada día para reflexionar sobre la frágil aventura que es esta vida
loca. Y no olvides nunca: cada día cuenta”.
- Vamos a analizar
un poco este escrito: Sin la fe en Dios
se puede tener buenos sentimientos, se puede ser valiente, se puede amar, se
puede tener un matrimonio que funcione, se puede criar una familia con buenos
valores, se puede tener amigos, se puede enfrentar uno a la enfermedad y a la
muerte. Todo esto y mucho más se puede hacer sin la fe en Dios.
Sin embargo, ¡tantas
cosas quedan por conseguir! Sin la fe en Dios uno ‘sabe’ que esta mujer NUNCA
MAS VOLVERA A VER A SU HIJA, Sin la fe en Dios uno ‘sabe’ que esta mujer NO
VERA CRECER A SU HIJA. Sin la fe en Dios uno ‘sabe’ que esta mujer NUNCA MÁS
VERA NI ESTARA CON SU MARIDO NI CON SUS AMIGOS. Sin la fe en Dios uno ‘sabe’
que esta mujer dice que estará con ellos, pero en realidad SOLO ESTARA EN SU
RECUERDO. El día que se muera su marido
y su hija pequeña ya nada quedará de esta mujer, porque esta mujer solo ‘vive’
en su recuerdo, pero no vive por sí misma, sino por la mente-recuerdo-corazón
de su marido e hija[1].
- Lo que dije
anteriormente se refería a personas sin fe. Pero ahora quiero hablar de las personas que tienen fe, pero una fe a su
modo. Así se expresan muchas gentes: ‘yo creo a mí modo’. Hay que ver casos
y casos, pero básicamente, desde la experiencia que yo tengo, quien dice creer
a su modo es una persona que no va a la Misa regularmente (no lo necesito); es
una persona que no lee la Biblia ni libros religiosos; es una persona que no se
confiesa ni asiste a actos organizados por una Iglesia o una religión concreta;
es una persona que se acuerda de Dios ‘cuando truena’…
Para mí, el gran
talón de Aquiles de estas personas en cuanto a la fe no se trata de si creen
bien o mal, sino que hacen la religión y la fe a su modo y manera. Y la fe y la
religión pertenecen solo y exclusivamente a Dios. No eres tú quien decides lo
que está bien o lo que está mal, si ahora debo ir a una iglesia o si no es
necesario, si necesito leer la Biblia u otros libros sagrados, si esto o
aquello de la religión es cierto o falso. La
fe la construye solo Dios y nosotros la aceptamos o la rechazamos, pero no
podemos comportarnos con ella como si fuéramos de compras a un supermercado y
decidimos en qué supermercado entramos, qué productos compramos, de qué marcas
y en cuánta cantidad. La fe ha de ser tomada toda entera o rechazada toda
entera.
- Finalmente, quiero
hablar de las gentes que tienen fe en Jesucristo, en su Evangelio, en su
Iglesia Católica. ¿Este grupo de personas son mejores que las gentes de los dos
grupos anteriores? NO. Por eso, estas personas claman (o han de clamar) cada
día lo del evangelio: “Auméntanos la fe”.
Sabemos que nuestra vida depende solo de Dios; sabemos que es buena la vida
terrena, pero es mucho mejor la vida celeste, por ello no debemos temer los 5
cm., ni los cánceres, ni cualquier otra desgracia. Nosotros no vivimos solo en
el recuerdo de nuestros seres queridos: vivimos sobre todo en Dios y para Dios.
Queremos a Dios todo y por entero, aunque pequemos y fallemos infinidad de
veces.
No podemos vivir sin
fe. La necesitamos.
No podemos vivir con
la fe a nuestra manera. Sabemos que es un engaño y que traicionamos a Dios.
[1] Al leer esta historia me acordé
del caso de un hombre casado que vivía de espaldas a Dios con su familia y 5
cm. le destrozaron, a él y a su familia. A la mujer de la carta un cáncer de
mama la destrozó, a ella y a su familia, por entero. ¡Somos tan poca cosa…!
[1] Hace muy pocos días me comentaba
una mujer que había ido a hacer una mamografía y que, gracias a Dios, todo dio
bien, pero a otras dos mujeres, que también habían ido a lo mismo, la cosa no
les ‘pintaba bien’.
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