24-6-2018 NATIVIDAD DE SAN JUAN
BAUTISTA (B)
En este día en que
celebramos la Natividad
de San Juan Bautista me voy a fijar en dos aspectos del evangelio de hoy:
- En unos versículos
anteriores al texto que acabamos de escuchar se nos dice que Zacarías, padre de
Juan Bautista, se quedó mudo por no dar crédito a las palabras del ángel que le
anunció de parte de Dios que su mujer iba a concebir un hijo (“El ángel le dijo: ‘No temas, Zacarías; tu
súplica ha sido escuchada. Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás
Juan’” [Lc. 1, 13]). Isabel, la mujer de Zacarías, era estéril y también
anciana. Zacarías estuvo más de nueve meses mudo y durante este tiempo pudo
pensar, orar y recibir la gracia del Espíritu que le ayudó a profundizar en su
fe; una fe que era rutinaria, llena de costumbres y sin experiencia real,
concreta y cercana de Dios. Conocía a Dios simplemente de oídas. No, no era el mismo Zacarías el que en el
templo de Jerusalén dijo al ángel, que le anunció el próximo nacimiento de
un hijo engendrado por su mujer estéril y anciana: “¿Cómo puedo estar seguro de esto? Porque yo soy anciano y mi esposa es
de edad avanzada” (Lc. 1, 18), que
el Zacarías que más de nueve meses después, y ya ante el nacimiento de su hijo,
dijo: “Juan es su nombre” (Lc. 1,
63).
Recuerdo una película
muy buena o, al menos, a mí me gusta mucho. Se titula ‘Cadena perpetua’. Uno de
los actores de color interpreta a un preso que, cuando tenía unos 22 años,
asesinó a un hombre. Lo condenaron a cadena perpetua, pero pasados varios años
tuvo la oportunidad de solicitar algunos beneficios penitenciarios, por
ejemplo, su salida de la cárcel en fines de semana o entre la semana, aunque
volviendo a dormir a la cárcel. Se veían en la película varias escenas en las
que este preso de color trataba de convencer y engañar a los miembros de la
comisión que estudiaban y resolvían su caso: El preso siempre decía que estaba
rehabilitado y que no volvería a delinquir, pero se le notaba tan ansioso por
salir, incluso empleando para ello la mentira, que era enseguida descubierto,
por lo que la respuesta de la comisión invariablemente era negativa.
Finalmente, cuando este preso había pasado ya más de 30 años en la cárcel, tuvo
otra entrevista con la comisión. Le hicieron las preguntas de rigor para ver si
estaba rehabilitado, pero en esta ocasión el preso ya no tenía ningún ansia por
salir, y en la entrevista que le hicieron dijo: 'Si Vds. desean saber si estoy
rehabilitado, les diré que yo ya no soy aquel joven orgulloso, presuntuoso y
agresivo que hace más de 30 años entró en esta cárcel. Siento mucho haber
matado a aquel hombre que un día asesiné. Si me preguntan si voy a volver a
delinquir, les diré que no lo sé; sólo sé que yo no soy el mismo y que, si no
me quieren dejar salir, pues no lo hagan'. La comisión lo escuchó, deliberó y
decidió por unanimidad permitir su salida de la cárcel con el sello de
REHABILITADO (https://www.youtube.com/watch?v=opVt4BNchZg).
También recuerdo haber
leído cómo un hombre vivió muy feliz, pero sin casarse, ni civil ni
religiosamente, con una mujer durante muchos años. Tuvieron varios hijos. En
varias ocasiones aquella mujer le pidió que se casaran, pero él siempre
contestaba que estaban bien así y que no hacía falta ningún rito de matrimonio.
Pasado un tiempo la mujer murió de una enfermedad rápida y la enterraron.
Después él, destrozado, se puso a ordenar en casa las cosas de ella y encontró
que, aquella mujer con la que había tenido hijos y habían compartido varios
años de vida, tenía guardado un vestido blanco de novia con la ilusión de un
día poder estrenarlo y usarlo, mas no había podido utilizarlo porque él, en su
egoísmo, sólo había pensado en sí mismo y no en ella.
De todo esto saco
cuatro conclusiones:
1)
Sí, Zacarías necesitó más de 9 meses para pensar al modo de Dios.
2)
Sí, el preso de color y asesino necesitó más de 30 años para dejar atrás su
orgullo, su agresividad, su prepotencia y sus engaños.
3)
Al hombre que convivió con aquella mujer le bastó un segundo y ver un vestido
blanco para darse cuenta de todo su egoísmo, aunque -eso sí- estuvo ‘ciego’
durante unos cuantos años.
4)
TODOS NECESITAMOS NUESTRO TIEMPO PARA CAMBIAR, PARA VER LAS COSAS DE OTRA
MANERA.
- Cuando nace el hijo
de Zacarías y de Isabel los parientes quieren poner al niño el nombre de su
padre Zacarías. Es la costumbre: este niño seguirá transmitiendo el nombre de
su padre, de sus antepasados… y su sangre también, pero los padres se niegan,
porque saben que aquel niño es hijo de
Dios antes que hijo suyo, y lo reconocen al ponerle el nombre de JUAN, que
significa “Dios es propicio” o “Dios se ha apiadado”.
Zacarías era un hombre
anciano. Isabel era estéril y anciana. Sólo una especial intervención de Dios
pudo hacer que aquel niño apareciera en el vientre de Isabel. Estos esposos
tuvieron la luz y la humildad suficientes para reconocer que Juan era un regalo
de Dios y no obra suya. Toda esta realidad quedó significada en un hecho tan
sencillo y a la vez tan profundo como el de poner el nombre de Juan al niño que
nació de Dios. Zacarías e Isabel no quisieron apropiarse de alguien que sabían
que no les pertenecía, sino que les era entregado por unos años. Ellos lo
cuidarían y lo educarían para Dios y para su Santa Voluntad.
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