1-1-2017 SANTA
MARIA, MADRE DE DIOS (A)
El
Papa Pablo VI quiso dedicar este primer día del año a la consecución de la paz.
Se nos pide a los cristianos (y a todos los hombres de buena voluntad) que
trabajemos por la paz. ¿Qué es eso, cómo es eso? ¿Podemos nosotros luchar por la
paz?
Voy
a contaros cómo unas misioneras luchan por la paz allá donde están. Supe de
esta historia por una felicitación navideña que me llegó hace unos días y en la
que decía Sor Alegría (Julita) esto: “La
historia empezó hacia el mes de marzo de este año. Un atardecer se presenta en
casa M. Claire; es una persona que viene mucho por aquí; un poco desequilibrada
mental, pero muy amena. Me dice muy seria: ‘Tenéis que ayudar a una mujer que
nadie conoce, no puede hablar y duerme fuera entre las zarzas’. La escucho sin
darle toda la importancia que parece tener el caso. De todos modos le digo que,
al salir de Misa, iremos a ver la mujer que necesita ayuda. Y el milagro
empieza ya… Por casualidad ese día asistió a la Misa una persona que trabaja
mucho con los pobres y enfermos (tiene una ONG) y le cuento la historia de M.
Claire. Nos fuimos los tres y la mujer allí estaba, bastante cerca de la
iglesia, apoyada en la fachada de una casa al borde de la carretera, una mujer
de unos 30 años, muy delgada, con mal aspecto; comía de lo que le daba la gente
y no decía ni una palabra. Siempre de pie o agachada y siempre en el mismo
sitio. El equipo de Cáritas lleva a la mujer a sus locales para ver si hay
manera de saber un poco más de ella. El diálogo fue inútil. La mujer no habla;
sólo hace algunas señas que nadie comprende. Una Hermana sigue acercándose a
ella asegurándose de que se alimente y que no esté enferma. Se decide llevarla a hospital y consultar un
médico. Este le dice que no puede hacer nada si la enferma no está acompañada y
se asegura que tome su tratamiento. Entonces decidimos recurrir a otra
comunidad religiosa que trabaja con deficientes mentales. Las monjas aceptan
acogerla y cuidarla, y es allí donde se decide que se llamará MARIA.
María
es buena enferma: toma su medicación, se alimenta normalmente y hasta presta
pequeños servicios en la casa. Mejora físicamente, se vuelve sociable, pero… no
habla. Pasados dos o tres meses llega el tiempo de las vacaciones. El centro
que acoge María cierra por un tiempo y, ¿qué hacer de María? La cadena
solidaria sigue funcionando, otra comunidad de monjas que trabajan con
minusválidos aceptan acogerla. Para nuestra María no hay problema; se adapta a
su nueva residencia, sigue su tratamiento; su aspecto físico no cesa de mejorar
y sigue ayudando en lo que puede. María asiste a Misa todos los días con las
Monjas y los otros residentes. Todo su aspecto exterior parece normal, pero no
habla. Un día el sacerdote que celebra la Misa le dice: ‘cuando recibes la
comunión tienes que decir AMEN’. Al día siguiente María recibe la comunión y
dice: ‘AMEN’. A partir de ese momento María rompió a hablar como si nunca
hubiera cesado hacerlo. A partir de ahí también vamos de sorpresa en sorpresa
porque, además, supo revelar toda su identidad.
María
es su verdadero nombre, tiene tres hijos, sus padres viven los dos y lo más
fuerte de todo es que María ¡hacía diez 10 años que no hablaba! Se sabe que
sufrió malos tratos domésticos y que posiblemente estos malos tratos le
provocaran tal trauma que dejó de hablar. Esto hizo que en el pueblo empezaran
a decir que tenía poderes extraños. Empezaron a darla de lado y no podía ni
estar con la gente. Estaba considerada como una persona negativa. Algo muy
grave tubo que sucederle para que cayera en ese silencio profundo.
María
supo llevar a un chofer y dos monjas hasta su casa. El encuentro con sus padres
y sus hijos fue de la más emocionante. Su padre no dejaba de orar y dar gracias
por haber encontrado a su hija, ya que no sabían de su paradero. Lo demás ya se
puede imaginar que todo fue alegría.
Al
día de hoy María aún está con tratamiento y sigue en la residencia de las monjas.
No parece la misma persona que encontramos en el mes de marzo. Ha cogido peso,
trabaja ayudando en la residencia, tiene muy buen aspecto y está feliz, pero su
familia la reclama y es muy natural que regrese con los suyos.
Toda una cadena de
pequeños gestos de solidaridad que puede
hacer milagros.
Feliz Navidad y Feliz Año
Nuevo”.
María con sus hijos
Ahora os cuento otro pequeño milagro
de la paz y de lucha por ella: En noviembre de 2016 estuve en un Cursillo de
Cristiandad con varias personas en Oviedo. Allí conocí a Michel, un joven
senegalés de unos 20 años. No tiene padres, y vive con un abuelo en un poblado
sin luz eléctrica. Tiene una enfermedad en la piel, que se agrava con el sol y
el clima seco de la zona en donde vive en África. Estaba en España, porque una
ONG le trajo a Gijón para tratarlo médicamente. Michel tiene una hermana mayor,
muy inteligente y con capacidad de estudio, pero su hermana no pudo estudiar
por falta de medios. Michel quiere empezar una carrera en su país. Para llegar
desde su pueblo a donde está la universidad tiene que viajar durante dos días.
Va a empezar a estudiar (si tiene plaza) lenguas extranjeras. Le pregunté por
qué ‘lenguas extranjeras’, y me contestó: ‘porque es lo más barato’ (unos 40
euros al mes). Entonces le pregunté qué quisiera estudiar realmente y me dijo
que sacerdote, que lo intentó allá, pero que no pudo ser. Vamos a intentar que
lo haga aquí en España. Michel tiene todo o casi todo para renegar de Dios: no
tiene padres, está enfermo en la piel y no puede trabajar allí cazando o
pescando o en el campo, porque le salen enseguida manchas en la piel[1], no puede estudiar por falta de
medios económicos… Sin embargo, no echa para nada la culpa a Dios de todo lo
que le pasa; tiene una gran fe y, aunque quisiera ser sacerdote, si no lo
logra, no entraría por ello en amargura ni en depresión ni echaría la culpa a
los demás o a Dios. Ahora, gracias o por causa de su enfermedad, ha podido
venir a España y quizás sea el camino para entrar en un seminario y conseguir
su sueño de llegar a ser sacerdote. Recemos por él.
Estos casos son dos pequeños
ejemplos de cómo Dios actúa, a través de la caridad-amor y la solidaridad de
otras personas para construir una sociedad más llena de paz. Esta es nuestra
tarea: se constructores de paz. No en África, no en América, no en Guadalajara.
No en Llanes o Cudillero, sino aquí en donde estamos y vivimos, y con las
personas que tenemos a nuestro alrededor.
La primera lectura nos dice una
bendición preciosa, que gustaba y usaba mucho san Francisco de Así: “Que el Señor te bendiga y te proteja. Que
el Señor haga brillar su rostro sobre ti y muestre su gracia. Que el Señor te
descubra su rostro y te conceda la paz”. Sí, que el Señor nos conceda su
paz, bien directamente, bien a través de otras personas que son constructores de
paz en el mundo.
[1] Me dijo que, cuando hace
sol, tiene que quedar dentro de la choza o debajo de un árbol. Si hace mucho
calor y se quita la ropa, no puede darle el sol, pues se llena enseguida de
manchas en el cuerpo y le pica por todos lados. He visto restos de esas manchas
por su cuerpo, y eso que aquí no le afectaban tanto como en su país y estaba
medicado.
Me llama la atención la tristeza que reflejan los hijos de María aunque les acompaña su madre. Mucho sufrimiento y desconfianza hay en su gesto triste y apagado. Dios quiera que puedan recuperar la sonrisa
ResponderEliminarPues sí, tienen cara de sufrimiento, en primer lugar están sacando fotos quizás para ellos con una desconocida, aunque sea su madre. En segundo lugar, sabe Dios que vida dura tendrán en todos los sentidos,de pobreza, falta de cariño. Cuanto tendría que pasar esa madre, para quedar sin voz. Dios mío,como está este mundo por tener el corazón cerrado a Tú amor.¿ Que podemos hacer DIOS MIO?.
ResponderEliminarQue este Año Nuevo,nos llene el corazón de amor,para dar felicidad a los que sufren, por el motivo que sea,de pobreza,soledad,enfermedad y que no nos conformemos nunca,hay personas muriendo de hambre y también son hermanos nuestros.Un abrazo
Si,María está sonriente,se le nota que la vida le es más positiva,que el amor de Jesús,a través de las hermanas, le dio la paz. Sin embargo sus hijos no saben que pensar,¿dónde estuvo? ¿ Porqué se vuelve marchar?,sus caras nos dicen,lo poco convencidos que están de lo que les sucede . Com las edades que aparentan tener,no conocían a su madre hablando. Yo creo que en todos los acontecimientos que les suceden a los padres.,por malos que sean,,siempre son más duros para los niños., sean dé dónde sean. Dios les dé Luz y Amor para entender lo que les está pasando ...Un abrazo . Feliz año a todos!!!
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