15-8-2016 ASUNCION DE LA VIRGEN MARIA (C)
Queridos
hermanos:
Es el último dogma que se
definió en la Iglesia
Católica, concretamente por el Papa Pío XII, fue en 1950.
Pero ya mucho antes era creído y celebrado en amplias zonas de la Iglesia Universal.
Por ejemplo, hace un tiempo se decía por la radio que en Elche hay una
representación cada año de este misterio de la Asunción de María a los
cielos y que data de varios siglos atrás.
El
dogma está definido de este modo: “María, Madre de Dios, inmaculada y
siempre Virgen, al terminar el recorrido de su vida terrena fue asunta en
cuerpo y alma a la gloria celestial”.
¿Qué
significa este dogma para nosotros, para nuestra fe y para nuestra vida?
María
que en la tierra había estado tan unida a su hijo Jesucristo, que había sido su
primera y más fiel discípula, que le acompañó siempre, aunque como en segundo
lugar sin buscar privilegios. Pues bien, María murió como todo hombre y como
toda mujer que viene a este mundo. Y después, ¿qué? Después de su muerte el
cuerpo de Jesús no se pudrió en el sepulcro, sino que resucitó y a los cuarenta
días ascendió al cielo para sentarse a la derecha de Dios Padre. El cuerpo de
María, una vez muerta, fue enterrado según las costumbres en Israel, pero su
cuerpo tampoco se pudrió en el sepulcro, sino que fue asunta en cuerpo y alma
al cielo para ser sentada al lado de su hijo.
Por
lo tanto, este misterio nos dice que la fiel compañera de la tierra también lo
es en el cielo. La fiel discípula ha tenido la misma suerte que su Maestro e Hijo.
María y Jesús aparecen así íntimamente unidos por toda la eternidad.
Pero
María es criatura como nosotros, ella recibió el baño del Espíritu Santo, como
se nos narra en los Hechos de los Apóstoles, y ella fue una cristiana más en
la primera comunidad. Asistía a escuchar las enseñanzas de los apóstoles, a
orar al templo, compartía lo que tenía con los demás y asistía a las misas que
celebraban los primeros cristianos. María era fiel hija de la Iglesia, porque era
miembro de la Iglesia. Lo
mismo que estuvo unida a su Hijo Jesús, después de la Ascensión de éste a los
cielos, también estuvo hasta su muerte unida fielmente a la Iglesia que su Hijo había
dejado fundada en la tierra.
Pues
si ella, después de su muerte, fue asunta al cielo en cuerpo y alma, eso quiere
decir que también nosotros, criaturas humanas como ella, cristianos como ella,
y queriendo ser fieles discípulos de Jesucristo y cristianos fervientes dentro
de la Iglesia
Católica, un día seremos asuntos en cuerpo y alma, después
de nuestra muerte, al cielo.
Por eso, ésta no es
sólo la fiesta de María; es asimismo la fiesta de todos los cristianos en la
que se nos anuncia cuál va a ser nuestro fin después de la muerte de nuestros
cuerpos. Recordad la frase de la segunda lectura de hoy: “Si por Adán
murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida”.
Ayer celebramos la festividad de san
Maximiliano Kolbe. Él fue un gran amante de la Virgen. Voy a narraros cómo
murió:
Llegan a Cracovia terribles
noticias confidenciales acerca de lo que sucede en el campo de concentración de
Oswiecim, llamado "Auschwitz" por los alemanes. Ha sido en las
navidades de 1941 cuando las familias polacas van conociendo la historia
increíble de cómo murió el padre KOLBE.......
Vino la guerra. Los sicarios de
la Gestapo cazaron al padre Kolbe. De la prisión de Pawiak lo pasaron al campo
de Auschwitz. Lo tatuaron con el número 16.670 y le asignaron un sitio en el
bloque 17 destinado a trabajos forzados; sufrió como sus compañeros
humillaciones, golpes, insultos, mordiscos de perros, chorros de agua helada
cuando estaba devorado por la fiebre, sed y hambre, idas y venidas arrastrando
cadáveres desde las celdas al horno crematorio. Auschwitz era la antesala del
infierno.
Convertido en una piltrafa, Kolbe
fue colocado unas semanas en el bloque 12, de los inválidos, para "reponerse".
Luego pasó al bloque 14. Pertenecía al 14 el día en que un prisionero se fugó.
El comandante del campo sometió al bloque a torturas espeluznantes, hasta que
por fin se decidió a elegir a diez presos que irían a morir a las celdas de
hambre.
Formados en el centro del campo, a
la vista de todos los compañeros de otros bloques, el comandante ordenó a los
diez elegidos:
- Descalzaos, vais a la celda del
hambre.
Los desgraciados gritaron
adiós...... Y se oyó el lamento desesperado de Francisco Gajowniczeck: -Decidles
adiós a mi mujer, a mis hijos, decidles adiós.
Hubo un instante de terror cuando
los presos vieron que de la formación del bloque 14 uno se atrevía a salir
hacia el comandante. Los guardias echaron mano a la pistola. Pero se detuvieron
atónitos. Nunca nadie en Auschwitz vio que un preso le hablara al comandante.
"Kolbe, es el padre Kolbe", se pasaban la noticia los detenidos. Le
conocían todos, porque hablar de noche unos minutos con él servía de consuelo.
- Señor comandante......
Kolbe se ha quitado el gorro de
preso y habla educadamente.
- ¿Qué pasa?
-Señor comandante, yo le pido
permiso para ocupar el puesto de uno de los condenados.
-¿Morir tú en su lugar? ¿Por qué?
-Yo estoy viejo y enfermo, ya no
sirvo para trabajar.
- ¿A cuál de los condenados quieres
sustituir?
- A ese que tiene mujer y tiene
hijos.
- Pero ¿tú quién eres?
- Soy un sacerdote católico.
- Un cura. Kolbe sabe que las SS
ponen a los curas en el segundo lugar de la basura humana. Primero los judíos,
segundo los curas. El comandante cederá.
- Acepto, tú ocuparás su lugar.
Duró quince días la lenta agonía,
el martirio por hambre. A los diez condenados
los encerraron desnudos en el sótano, en el famoso búnker, todos juntos
en la celda del hambre. Ni una chispa de pan, ni una gota de agua. Al segundo,
al tercer día, comenzaron a morir. Pero aquella vez los sótanos de Auschwitz,
entre lamento y lamento, escucharon plegarias y cantos a la Virgen. Los
alemanes tenían un polaco guardián encargado de sacar fuera el cadáver de los
que morían y de vaciar la única letrina colocada en la celda. Él lo ha contado
y su relato está en las arcas de los
tribunales de justicia y en los archivos del Vaticano. Kolbe y otros
tres duraron hasta el día quince: El comandante necesitaba la celda para un
nuevo lote de condenados y mandó al médico del campo que con una inyección de
ácido fénico apagara el último pulso de sus vidas.
Kolbe
hizo esto por amor a ese hombre, por amor a Dios, por amor a la Virgen y porque
sabía que, tras su muerte, su destino era ser llevado (tener una ‘asunción’) al
Cielo como María. Esta certeza le hizo vivir con esperanza y morir con
esperanza.
Dame tus ojos Madre, para saber mirar,
ResponderEliminarsi miro con tus ojos jamás podré pecar.
Dame tus labios Madre, para saber rezar,
si rezo con tus labios Jesús me escuchará.
Dame tu lengua Madre, que quiero comulgar,
es tu lengua patena de gracia y Santidad.
Dame tus manos Madre, que necesito treabajar,
entonces mi trabajo valdrá una eternidad.
Dame tus pies oh Madre, para poder cruzar
los caminos de esta vida y a tu presencia llegar.
Dame tu manto, Madre, que cubra mi maldad,
cubierto con tu manto, al cielo he de llegar.
Dame tu cielo Madre, para poder gozar,
si tú me das el cielo ¿Qué más puedo anhelar?
Dame a Jesús oh Madre, para saber amar
esa será mi dicha por una eternidad!!!! Amén.
Preciosa homilía Padre: mi mamá cuando eramos pequeños nos enseñó a rezar tres aves marías todas las noches a la Santísima Virgen ,que bellos recuerdos ,.lo que nos dice Ud que tambien es la fiesta de todos los cristianos ,en lo que se nos anuncia cuál va aser el fin de nuestros cuerpos después de la muerte , esto me llena de alegría una vez mas ,pues en ello espero ciegamente , porque saber que los que nos han dejado los volveremos a ver ,me llena de paz y me hace ver la vida de otra manera .Ojalá que Jesús me ayude en la vida para poder alcanzar la dicha de poder estar algun dia todos juntos Y con Jesús y sú Santísima Madre .Que Dios nos bendiga .(UN VERSO PRECIOSO ANA)
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