16-9-2018 DOMINGO XXIV TIEMPO ORDINARIO (B)
La 2ª lectura nos
habla de la fe. Concretamente dice así: “¿De qué le
sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? […] Tú
tienes fe, y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras, y yo, por las obras, te
probaré mi fe”. Vamos a profundizar
un poco en el tema de la fe. Se pueden decir muchas cosas; aquí sólo se harán unos
apuntes.
Hay visiones parciales, defectuosas
o falsas de la fe. Veamos algunas:
- Hay quien vive con una fe empequeñecida. Su fe sólo vale para la propia salvación eterna. Y aquí hay
diversos modelos: + Dios es un dios castigador que lleva exacta cuenta de
nuestras acciones, omisiones y pensamientos. Por eso, estas personas aguantan
todo lo que sea, lo que venga en la vida con tal de ir al cielo. +Gente que
piensa que la religión es para salvarse en la otra vida. Con vivir la religión
ahora te compras un boleto para el cielo. Dios nos hace felices, pero sólo después
de muertos. +Gente que busca salvarse sólo ella y los demás que hagan lo que
quieran.
- Hay quien vive con una fe ritualista. Mantienen con Dios una
relación distante. Sólo la ejercen en actos oficiales, o sociales, o
folclóricos, y con frialdad. Confunden la fe con la simple religiosidad.
Llegan a Misa tarde o en punto. Están en la Misa como un banco: "Predícame cura, predícame
fraile..." No les interesa la marcha de la parroquia, ni de la Iglesia, ni lo que ellos
pudieran hacer por ella. Reniegan cuando al final el cura da avisos y no les
deja salir, y salen inmediatamente que el cura da la bendición. No se quedan ni
un segundo. Hasta la semana que viene, que ya han cumplido. Se casan por la Iglesia,
van a funerales, etc. Pero la fe cristiana, el mensaje de Jesús no tratan de
vivirlo. Tratan de no robar y no matar y ya está. Es la ley del mínimo esfuerzo.
- Hay quien vive con una fe utilitarista. “Do ut des”. A Dios le compro su protección. Hago a Dios una serie de cosas para que me dé a cambio otra serie de
ellas, y me enfado con Él si no cumple su parte del contrato, que, por otra
parte, lo he redactado yo. Ejemplos: +Natalia: “-¿De qué me valieron las misas a que fui, las limosnas que di,
oraciones que hice si ahora a mis 70 y pico años estoy enferma?” Pepe: “-Pero, ¿Vd. hacía eso para que no le pasase
nada?” Natalia: “-¡Hombre, claro!”
+Madre de torero. +Señora soltera que no limpiaba a san Antonio, si éste no le
daba un novio.
Vamos ahora a ver la fe cristiana verdadera. Ante todo
hemos de decir que LA FE ES LA RESPUESTA DEL HOMBRE A LA DONACIÓN AMOROSA DE
DIOS A ESE HOMBRE.
- Sin embargo, la iniciativa de nuestra vida de fe parte siempre de Dios. "Él nos amó primero" (1 Jn. 4,
19), y nos "dio su Hijo Unigénito
para que todo el que crea en El, no perezca, sino que tenga la vida
abundante" (Jn. 3, 16). Yo no puedo creer si, de algún modo, no me
siento amado primero por Dios. Y cuanto más percibo su amor, más crece mi fe. El paso primero de la fe lo da Dios, no
nosotros. Incluso si un hombre sin fe se plantea en un momento comenzar a
buscarlo es porque Dios ya le está amando e inquietando de un modo misterioso
y maravilloso en su interior.
- Por tanto, la fe es un don de Dios
y, al mismo tiempo, la fe es un acto
libre del hombre. Yo no puedo creer, si Él no me da la fe; Él no me puede
dar la fe si yo no quiero creer. En cierta medida, se trata de conjugar el
problema de la libertad humana y de la acción de Dios. Nosotros debemos afirmar
los dos extremos contradictorios; el cómo se da o se desenvuelve este misterio
nos es aún desconocido. Este acto libre del hombre consiste en una respuesta positiva del hombre a Dios.
- La fe no es algo abstracto: “Yo
creo en una mano poderosa que tuvo que crear esto”. “Yo creo en un principio espiritual que impulsa el universo y que dio
unas leyes por las que se rige, pero Él está allí y yo aquí” (Como me decía
un chico español en Alemania). No, nosotros creemos en un ser personal al que
llamamos Dios. Pero nuestro Dios es el Dios de Jesucristo. El que nos ha
revelado Jesucristo, no el que nos ha revelado Mahoma ni Buda, sino Jesucristo.
Los árabes no creen en Mahoma, sino en Alá; ni los budistas en Buda. Nosotros
creemos en Dios y en Jesucristo. Creer
en Jesucristo es, no sólo reconocer que Él es el enviado y el Hijo del
Padre, y aceptar un conjunto de verdades que Él nos enseña, sino también -y
sobre todo- una entrega de corazón a
Cristo con todas sus consecuencias. ¿Qué consecuencias pueden ser éstas?
Voy a poneros dos ejemplos: +Me contaban que en unas convivencias a las que
había ido una pareja de novios, en ellas la chica descubrió que era llamada
por Cristo a la vida religiosa. Se lo dijo a su novio y lo dijo allí en
público. El chico lloraba, pero ella se sentía llamada por Dios y tenía que
entregarse a su Amado, a su Novio Eterno. +Chico de unos 28 años que rechazó un
trabajo bien remunerado porque allí se explotaba a otras personas y que,
además, una vez al año invita a sus amigos a cenar en la Cocina Económica
de Oviedo y paga él la comida de todos. Repito: Creer en Cristo es entregar el
corazón a Cristo con todas sus consecuencias.
- La fe es un encuentro personal y amistoso con Dios. Esa fe no puede
ser empequeñecida, es decir, que sólo me salva a mí y después de muerto. Me
salva con los demás y todo mi ser: cuerpo, mente y espíritu. Dios no me salva
sólo el espíritu y sólo después de mi muerte. Me salva el cuerpo, la mente y el
espíritu, y me salva aquí y ahora. A mí Dios me hace feliz aquí y ahora. Si no
es así, entonces ése no es Dios, es el opio del pueblo. No sería todopoderoso.
Vemos
los ejemplos de María, de Abrahán y Pablo, cómo fueron salvados ya aquí y ahora
en medio de todos sus padecimientos. Pablo decía 2 Co. 11, 22-29; Flp. 3,
5-9. ¿Qué será el encuentro con Cristo para que miles de hombres y mujeres
a lo largo de la historia se hayan dejado matar y perseguir sólo por amor a Él?
¿Qué tendrá ese encuentro que hace que una chica se meta a monja de clausura
para toda la vida y viva feliz? (Lerma).
Las características de esta fe en Cristo son las siguientes:
+
En este encuentro con Cristo se nos confía una misión que compromete la vida
entera. No sólo media hora de los domingos o los domingos o 5 minutos diarios
de oración. Compromete mi vida en casa-familia, estudio-trabajo, ocio,
enfermedad, salud, vida, muerte. Yo soy cristiano siempre y en todo mi ser.
+ La fe siempre es misionera (Mt.
28, 19-20). Conozco una señora casada, que antes llevaba una relación buena
con los demás: su casa, su familia, su misa dominical. Desde que se encontró
con Dios, su mundo ha crecido: trata en la calle y fuera con personas con
graves problemas: una que tiene depresiones, otra que su marido la engañó, otra
que el novio la deja, otra que su marido está de cáncer. Lleva limosnas en
dinero y especie a la
Cocina Económica; ha cambiado su comportamiento con su marido
y sus hijos.
+ La fe es liberadora. De complejos,
de miedos, egoísmos.
+
La fe nos une a Dios, con nosotros mismos, con los demás, con el mundo que nos
rodea. Este mundo no es hostil. Es obra de Dios y, por tanto, la amo y la
cuido.
¡ALIMENTA TU FE Y LA DUDA MORIRA DE HAMBRE!
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