1-1-2018 SANTA MARIA,
MADRE DE DIOS (B)
Seguimos celebrando estos días de
Navidad, y hoy concretamente este 1 de enero, día de la Virgen María, Madre de
Dios. El significado de estas fiestas es muy rico y en cada homilía trato de
exponer brevemente algunas ideas de un aspecto de la Navidad.
- Ante tantos problemas como hay en
el mundo, ante tanto sufrimiento como tenemos los hombres por todas partes, ¿de
verdad tiene sentido seguir celebrando el nacimiento del Niño Jesús, de verdad
tiene sentido que los cristianos sigamos predicando el evangelio de Jesús y
tratemos de vivirlo en nuestras vidas? El martes me decía una persona: no ve
que decimos que Dios nace, pero no nace; no ve que decimos que Él trae la paz,
la concordia, el perdón…, pero que no es cierto, que todo sigue igual.
Hace dos años recibí una
felicitación navideña de Julita, una misionera en África. Aquí tenéis la
fotografía que me mandó de sí misma. Tiene en brazos un niño como de unos
cuatro o cinco años. Y en su felicitación Julita cuenta la historia de este
niño. Yo os la repito:
“Me
gustaría compartir con todos vosotros la historia de este niño que llevo en
brazos: Se llama FARA lo que quiere decir ‘último’; tiene un hermano mayor
y su madre se murió al nacer él. Su
padre es minusválido de nacimiento; tiene las piernas completamente deformes,
lo que le obliga a desplazarse en silla de ruedas.
A pesar
de quedarse solo con sus dos hijos muy pequeños, nunca quiso darlos ni a la
familia de su mujer ni a la suya. Este niño no conoce otra vida que la de pedir
limosna. Los he visto a menudo salir a pedir: el padre en su silla de ruedas
con Fara sentado delante y el mayor, Zaka, cogido a los puños de la silla por
detrás de pie en unas barras que salen de cada lado al interior de las ruedas.
Fara, desde muy pequeño, cuando una persona se le acercaba, automáticamente
tendía el sombrero en el que, supuestamente, se le daba una limosna. No
recuerdo haberles dado gran cosa, pero sí que con frecuencia los saludaba. Un
buen día los niños llegaron a casa junto con otros niños ya más conocidos.
Merendaron con los demás niños un día y otro día. Poco a poco aceptaron ser
bañados, cambiar de ropa, cortar el pelo…, pero la relación no era demasiado
espontanea. Un día cogí a Fara en brazos y le di un beso, me miró con asombro y
le dije ‘¿quieres otro?’ ‘¡Sí!’ A partir de aquel día, en cuanto me veía
extendía los brazos para que lo cogiera y le diese un beso. Se ve que no tenía
muchas ocasiones de que una mujer le diese cariño...
Cuando
un niño como Fara da su sonrisa, su confianza y se acerca sin miedo, es ‘el
regalo’ de los regalos. Ese regalo es para todas las personas que nos
acompañáis en esta misión, si los niños de este barrio vienen a jugar, si
podemos ayudarles en los estudios, si podemos darles la merienda todos los
días…, es que hay gente que está con nosotras, que cree en nuestra pequeña
labor y presencia en medio de esta gente.
GRACIAS. Como cada año, tendremos la Navidad con los pobres del pueblo, con los niños
del barrio y con los enfermos. Con las alumnas cantaremos la misa de Navidad en
el hospital y pasaremos saludando los enfermos con alguna golosina. Pasar estas
fiestas con gente más o menos marginada es
sentirse un poco como aquellos PASTORES que fueron a ver un niño en un pesebre
con sus padres que no comprendían muy bien lo que estaba pasando. Llevar un
poco de alegría y amistad: poco, pero que suene a ‘Navidad’.
Os
damos cita en el pesebre. FELICES FIESTAS, BUENA CELEBRACION, FELIZ AÑO”.
- Bien, ante estas dos
situaciones, ¿qué nos dice la Palabra de Dios? Ella ha de ser la que nos
ilumina en todas las circunstancias de la vida.
Con los hechos narrados por Julita,
podemos decir que las palabras iniciales del evangelio de san Juan y que leemos
cada Navidad se están cumpliendo cada día y cada año entre nosotros: “La Palabra (Jesús) era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el
mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les
da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre […] Y la Palabra se hizo carne y
acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo
único del Padre, lleno de gracia y de verdad”.
En efecto, Jesús viene al mundo y
una serie de personas no lo reciben (no lo recibimos). Eso dicen de modo claro
nuestras acciones y nuestras palabras. No recibimos a Jesús a pesar de que Él
nos ha creado. No recibimos a Jesús a pesar de que nuestro corazón es su
corazón, nuestra alma es su alma, nuestra vida es su vida, nuestras cosas son
sus cosas. No recibimos a Jesús, porque no lo conocemos ni lo reconocemos: ni
en los hombres (nuestros hermanos y sus hermanos), ni en el mundo que nos
rodea, ni presente en el sagrario, ni en su Iglesia.
Sin embargo, como bien nos dice
también este evangelio y como nos dice la vida de Julita, la misionera, otros
sí que conocieron y reconocieron a Jesús, sí que le abrieron su casa, su
corazón, su alma, su vida, su ser. Otros sí que creen en Jesús y estas personas
sí que son capaces de contemplar cosas maravillosas: a Dios mismo, a un niño
necesitado de ser abrazado, besado, lavado, cambiado de ropa, alimentado, en
definitiva, a un niño necesitado de ser querido y amado.
- Por lo tanto, aquí no va de si Jesús nace por Navidad o si no nace;
aquí no va de si, con el nacimiento de Jesús, todo sigue igual o todo cambia. AQUÍ
DE LO QUE VA ES QUE JESÚS, DIOS VIENE A NOSOTROS, Y NOSOTROS PODEMOS
RECONOCERLO Y RECIBIRLO O PODEMOS NO RECONOCERLO NI RECIBIRLO.
Y
ahora Jesús nos dice, como cuando termina la parábola del buen samaritano: “Vete y haz tú lo mismo” (Lc. 10, 37).
Sí, en estos días de Navidad (y siempre) vete, y conoce y reconoce a Jesús como
tu Dios, tu Señor y tu Amado. Sí, vete y recibe a Jesús en tu casa. Ábrele tu
corazón, tu alma, tu espíritu, tu cartera, tu salud, tu enfermedad, tu vejez,
tu juventud… Sí, cree en su evangelio, en lo que te dice, en lo que sabes que
está bien; cree en su persona. Sí, en estos días de Navidad (y siempre) déjate
llenar de Jesús, que es la Verdad auténtica y la Gracia auténtica.
Esta Misionera en África ,como tantas y tantas otras que estan por el mundo ayudando al más pobre :Julita , si puede decir que una vez mas nació el Niño Jesús y lo cojió en sus brazos ,con que cariño lo besa y le transmite el amor de una "madre".
ResponderEliminarEsta felicitación sería la mas autentica que tendriamos que recibir ,hoy mismo comí con mí familia y con mas gente y habia dos niñas de 10 y 12 años que van a un gran colegio de pago y ellas decian que la comida que les daban era una porquería ,evidentemente por el refalfio que tienen,yo quise decirles algo sobre los niños que no tienen comida o como mucho un plato de arroz al dia y son felices ,pienso que este refalfio lo tienen aquí casi todos ,y nosótros los padres abuelos y demás somos los culpables.
Por tanto Jesús nace de verdad en nuestro corazón y danos luz para verte en el más necesitado ,aunque sea en otras periférias .Jesús ayudame a cambiar ,pues como abuela quizá mimo demasiado y me olvido que otros nietecitos aunque no sean de sangre me necesitan .OS DESEO UN AÑO LLENO DE PAZ AMOR Y SALUD