14-1-2018 DOMINGO II
TIEMPO ORDINARIO (B)
Preguntas
que el ser humano se hace o se debería hacer:
¿Cuál
es la misión o el objetivo que tengo en esta vida?
¿Para qué quisiera
vivir?
¿Para qué vivo?
¿Cuál es el futuro que
deseo para mí?
El presente que vivo,
¿se parece al futuro que deseaba en mi juventud?
-
Existen varias maneras de vivir la vida:
1) Que las circunstancias y los hechos
alrededor de uno se lleven sin ningún tipo de control ni de voluntad por parte
del hombre. En esta forma de vida, uno decide sobre cosas accidentales
(compra de ropa, ver la televisión…), pero en realidad las malas decisiones
anteriores han conducido a estas personas a una especie de cárcel: pocos
estudios y… sin posibilidad de promocionarse en el ámbito laboral, deudas… a
consecuencias de gastos excesivos que tienen a la persona en un pozo sin
posibilidad de salida, relaciones afectivas (de amistad o de matrimonio o de
pareja) no satisfactorias y de las que es muy difícil salir por los hijos, por
miedo, por falta de ingresos… En esta forma de vida, uno se limita a vegetar y
todos los días son casi iguales. No existe ningún horizonte ni expectativa para
los que viven así.
2)
Se tiene un control sobre la vida, pues
se sabe lo que se quiere de ella y se trabaja y esfuerza para conseguirlo.
Se quieren unos estudios determinados, un trabajo determinado, una familia o
relación determinada, una serie de cosas materiales determinadas. Uno sabe lo
que quiere, cuando lo quiere y cómo lo quiere. La única ‘pega’ a esta forma de vida es que uno vive muy ‘de tejas para
abajo’. Sus ideales y sus horizontes son meramente materiales, en los que el
egoísmo y la satisfacción del mismo es lo que prima. Importa uno mismo, y
los demás… en tanto en cuanto acompañan, no estorban y, si hay que usarlos como
pañuelos de papel, pues se hace. En este modo de vida hay un problema: si no se
consigue lo que se desea y anhela, eso produce una gran frustración, sensación
de fracaso, amargura, victimismo…
3)
Existe otra forma de vida en la que uno no se para solamente en las cosas
materiales o en vivir ‘de tejas abajo’, sino que busca algo más de la vida.
Busca otro sentido. Aquí puede entrar el
altruismo en favor de los demás, una solidaridad humana… Pero aquí también
entraría quien siente que la vida no es sólo esto que vemos y tocamos, sino que
hay algo más: hay una realidad espiritual que colma todos nuestros anhelos y
deseos más profundos, y que nuestra vida no se acaba aquí.
-
Pues bien, toda esta larga introducción de la homilía me ha sido revelada por
la lectura del evangelio que acabamos de escuchar.
En
efecto, el evangelio de hoy nos habla de dos discípulos de Juan el Bautista. Se
trataba de Andrés y de Juan (el que escribió precisamente el evangelio de hoy).
Ellos tenían su vida resuelta (materialmente hablando): eran pescadores (tenían
un oficio y un modo de sustentarse a sí mismos y a sus familias), pero no les
bastaba. Por eso dejaron sus barcas y sus familias, y siguieron a Juan
Bautista, que les hablaba de Dios y del Mesías. Por eso, en cuanto les fue
indicado que Jesús era el Mesías de Dios, dejaron a Juan el Bautista y se
fueron en pos de Jesús. Es más, no contentos con esto, poco después se fueron a
sus casas para contar su experiencia con Jesús a Pedro, hermano de Andrés.
Pedro también estaba en esa situación de la vida en que tenía todo resuelto:
tenía su oficio, su familia…, pero no le bastaba. Quería algo más de la vida. Y
así, cuando Andrés le dijo que habían encontrado al Mesías, dejó todo y se fue
con su hermano hasta Jesús. Hizo esto porque estaba en actitud de búsqueda. Si
no llega a estar en esta actitud, estoy convencido de que Pedro se hubiera
burlado de su hermano Andrés, y de que no hubiera ido con él hasta Jesús.
-
El domingo pasado por la mañana, cuando Michel (chico senegalés que quiere ser
sacerdote y que ha estado estas Navidades conmigo en Tapia de Casariego) y yo
hablábamos de las enormes diferencias que existen entre las gentes de su pueblo
y las de Asturias, decíamos que aquí la gente joven no espera nada ni busca
nada en el ámbito espiritual. No se mueven por la fe, y por otras cosas…
tampoco mucho. Me decía Michel, por lo que ha observado, que, si los chicos y
chicas de Asturias fueran a vivir una temporada a su pueblo, lo pasarían
terriblemente mal, porque aquí todo les es dado y no tienen que esforzarse por
alimentarse ni por vestirse ni por trabajar. Todo les es hecho y dado por sus
padres o familiares. En su pueblo (me decía Michel), sin embargo, hay
supervivencia pura. Me decía también Michel que, si él hubiera tenido las
oportunidades de estudio y de formación que tienen aquí los jóvenes, él sería
ahora un genio.
Por
todo esto, entiendo que mucha gente de la que nos rodea vive la vida al estilo
del modo primero (las circunstancias de la vida les marcan lo que hay que
hacer) o al estilo del segundo (luchar y esforzarse por cosas meramente
materiales). Quien vive así es difícil que busque lo espiritual, que busque a
Dios, que esté receptivo para las cosas de Dios. Por eso, para estas personas
la ilusión que mostraron Juan, Andrés y Pedro y que nos narra el evangelio de
hoy les resulta incomprensible. Para estas personas la prontitud de Samuel en
responder a la llamada de Dios y levantarse de la cama a las 2 ó 3 de la
madrugada, no una ni dos veces, sino hasta cuatro veces les resulta
incomprensible. Asimismo, para estas personas la respuesta del salmo 39: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”,
igualmente les resulta incomprensible. Dirían estas gentes: ‘¿Por qué tengo yo que hacer la voluntad de
Dios, si Él no hace la mía cuando le pido algo que yo considero que es
razonable y bueno?’
Termino con las preguntas con las
que comencé la homilía:
¿Cuál es la misión o el objetivo que
tengo en esta vida?
¿Para
qué quisiera vivir?
¿Para
qué vivo?
¿Cuál
es el futuro que deseo para mí?
El
presente que vivo, ¿se parece al futuro que deseaba en mi juventud?
Y
añado otras preguntas: ¿Me reconozco como Juan, Andrés, Pedro y Samuel, que
están en una actitud de búsqueda de lo espiritual y de Dios, o más bien con una
actitud de vegetar y de buscar sólo lo material?
Si con la homilía de la posverdad me dejaste malherido, con esta me rematas. Miedo me da escucharte mañana.
ResponderEliminarJavi.