17-7-2016 DOMINGO XVI TIEMPO ORDINARIO (C)
Seguimos con la segunda homilía
sobre las obras de misericordia:
4.-
Las obras de misericordia corporales
4.1.-
Dar de comer al hambriento
- El pueblo de Israel experimentó
el hambre en el Sinaí. Mucha gente ha experimentado, y aún hoy siente, el
hambre. Recordemos en estos tiempos el hambre de los refugiados sirios en los
campos en donde malviven. Jesús recuerda también el hambre de las gentes en la
oración del Padrenuestro: “Danos hoy
nuestro pan de cada día” (Mt. 6, 11).
- Nos empuja a alimentar al
hambriento el mandato de Jesús: “Porque
tuve hambre y me disteis de comer” (Mt. 25,35), pero también cómo vivió
este mandato la primitiva Iglesia. Tenemos el ejemplo de la carta de Santiago: “¿De qué le sirve a uno, hermanos míos,
decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso esa fe puede salvarlo? ¿De qué
sirve si uno de vosotros, al ver a un hermano o una hermana desnudos o sin el
alimento necesario, les dice: ‘Id en paz, calentaos y comed’, y no les da lo
que necesitan para su cuerpo? Lo mismo pasa con la fe: si no va acompañada de
las obras, está completamente muerta” (Sant. 2, 14-17). En esta misma línea
el Papa Benedicto XVI decía: “En muchos
países pobres persiste, y amenaza con acentuarse, la extrema inseguridad de
vida a causa de la falta de alimentación: el hambre causa todavía muchas víctimas entre tantos Lázaros a
los que no se les consiente sentarse a la mesa del rico epulón […] Dar de comer a los hambrientos (cf. Mt 25,35.37.42) es un imperativo
ético para la Iglesia universal, que responde a las enseñanzas de su Fundador,
el Señor Jesús, sobre la solidaridad y el compartir. Además, en la era de la
globalización, eliminar el hambre en el mundo se ha convertido también en una
meta que se ha de lograr para salvaguardar la paz y la estabilidad del planeta.
El hambre no depende tanto de la escasez material, cuanto de la insuficiencia
de recursos sociales, el más importante de los cuales es de tipo institucional.
Es decir, falta un sistema de instituciones económicas capaces, tanto de
asegurar que se tenga acceso al agua y a la comida de manera regular y adecuada
desde el punto de vista nutricional, como de afrontar las exigencias
relacionadas con las necesidades primarias y con las emergencias de crisis
alimentarias reales, provocadas por causas naturales o por la irresponsabilidad
política nacional e internacional. El problema de la inseguridad alimentaria
debe ser planteado en una perspectiva de largo plazo, eliminando las causas
estructurales que lo provocan y promoviendo el desarrollo agrícola de los
países más pobres mediante inversiones en infraestructuras rurales, sistemas de
riego, transportes, organización de los mercados, formación y difusión de
técnicas agrícolas apropiadas, capaces de utilizar del mejor modo los recursos
humanos, naturales y socio-económicos, que se puedan obtener preferiblemente en
el propio lugar, para asegurar así también su sostenibilidad a largo plazo.
Todo eso ha de llevarse a cabo implicando a las comunidades locales en las
opciones y decisiones referentes a la tierra de cultivo[1]
[…] El derecho a la alimentación y al agua tiene un papel importante para
conseguir otros derechos, comenzando ante todo por el derecho primario a la
vida. Por tanto, es necesario que madure una conciencia solidaria que considere
la alimentación y el acceso al agua
como derechos universales de todos los seres humanos, sin distinciones ni
discriminaciones”
(Encíclica Caritas in veritate, 27).
- No obstante, aunque resuenan en
nosotros el mandato de Jesús de dar de comer al hambriento, también resuenan en
nosotros las palabras de Jesús en el desierto: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca
de Dios” (Mt. 4, 4). En efecto, Jesús es el verdadero pan de vida (Jn. 6,
35). Sólo Jesús sacia nuestra hambre de Dios, de justicia, de verdad, de vida…
de todos los valores del Reino. Y este pan lo tenemos en la Eucaristía.
Sí, demos pan de trigo a los
hambrientos con hambre física, pero también demos el pan de la Palabra de Dios
a los que tienen hambre en su alma y en su espíritu.
4.2.-
Dar de beber al sediento
- Nos dice Jesús: “Porque tuve sed y me disteis de beber”
(Mt. 25, 35). El mismo Papa Francisco nos recuerda en su reciente encíclica Laudato si (n. 30) que “el acceso al agua potable y segura es un
derecho humano esencial, fundamental y universal, puesto que determina la
supervivencia de las personas y por esto es condición para el ejercicio de los
otros derechos humanos”.
En la zona occidental de Asturias
hemos asumido el año pasado y este mismo año dos proyectos de perforación de
pozos y mantenimiento de manantiales. El año pasado se quería facilitar el
acceso al agua en una zona de Etiopía: “no tienen fácil acceso al agua
potable y limpia. Gran parte de la población utiliza el agua contaminada de
manantiales no protegidos o de los ríos. Como consecuencia de ello, los
principales problemas de salud de los habitantes de esta zona se deben a la
ingesta de agua contaminada y a la falta de higiene, lo cual origina tifus,
parásitos abdominales, infecciones respiratorias y malaria. Las mujeres y las
niñas son las que tienen que ir a buscar el agua, teniendo que andar una o dos
horas como mínimo y dos veces al día” (homilía mía de la Campaña contra
el Hambre, 2015). Y este año vamos a intentar construir 20 pozos de agua en
Malawi-África: “Se trata de construir 20
pozos de agua en Malawi, que es un país de sureste de África. El coste del
proyecto estaría en 96.966,00 € y beneficiaría a unas 55.000 personas. La
economía del país depende principalmente de la agricultura, la cual emplea casi
al 85% por la población. Malawi tiene una corta estación lluviosa y una larga
estación seca. Con el cambio climático se ha acentuado un aumento de las
inundaciones, las sequías y la variabilidad de las lluvias. El 40% de la
población carece de acceso al agua potable, lo cual provoca el consumo de agua
contaminada y un aumento de enfermedades. Más de dos tercios de los pequeños
agricultores no pueden producir lo necesario para subsistir. Mayormente son las
mujeres y las niñas las encargadas de ir a buscar el agua que necesitan […] Con
estos 20 pozos se pretenden resolver o paliar los siguientes problemas: falta
de acceso al agua potable, largas caminatas para conseguir agua, utilización de
agua contaminada, porcentaje elevado de enfermedades de origen hídrico,
absentismo escolar, bajo saneamiento, baja productividad, pérdida de tiempo”
(homilía mía de la Campaña contra el Hambre, 2016).
- Aparte de la ayuda económica que
podamos aportar a otras personas que no tienen fácil acceso al agua, también es
conveniente que trabajemos por ser conscientes de lo necesario que es el agua
en nuestra vida y que procuremos no desperdiciar el agua en nuestra actividad
diaria: al ducharnos, al fregar, al lavarnos los dientes… El agua es un bien
escaso y cada vez lo será más.
- No obstante, como en el punto
anterior, también tenemos que tener una visión más profunda y espiritual sobre
el agua. Jesús decía subido a la cruz: “Tengo
sed” (Jn. 19, 28). Esta frase le sirvió a Teresa de Calcuta para orar, para
acercarse a Jesús, para dar a Jesús a otras personas. Jesús tenía sed física,
pero también tenía y tiene sed de nuestras almas.
El agua y la sed ha sido muy
utilizada por los escritores sagrados para expresar la relación con Dios. Así
el salmista dice: “¡Oh Dios, estoy
sediento de ti!” (Slm. 63, 2); “tengo
sed de Dios, del Dios vivo, ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?” (Slm.
42, 3); “como busca la cierva corrientes
de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío” (Slm. 42, 2s).
Y el mismo Jesús utiliza esta rica
imagen del agua: “El que beba de esta
agua tendrá nuevamente sed, pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más
volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial
que brotará hasta la Vida eterna” (Jn. 4, 13s). Por eso, la Samaritana le
pide de esta agua: “Señor, dame de esa
agua; así no tendré más sed” (Jn. 4, 15).
Hoy la gente nos grita a los
cristianos, a la Iglesia como la Samaritana para que le demos agua: agua que
calme su sed física, pero también agua que calme una sed más profunda. No hay
hombre o mujer que en su vida, como la mujer de Samaria, no se encuentre junto
a un pozo con un cántaro vacío, con la esperanza de saciar el deseo más
profundo del corazón, aquel que sólo puede dar significado pleno a la
existencia. Hoy son muchos los pozos que se ofrecen a la sed del hombre, pero
conviene hacer un discernimiento para evitar las aguas contaminadas. Es urgente
orientar bien la búsqueda, para no caer en desilusiones que pueden ser
ruinosas. Mas nosotros, los cristianos, no podemos dar esta agua divina, si
antes no lo tenemos nosotros. No puede pasarnos lo que denunciaba el profeta
Jeremías a los judíos: “Porque mi pueblo
ha cometido dos maldades: me abandonaron a mí, la fuente de agua viva, para
cavarse cisternas, cisternas agrietadas, que no retienen el agua” (Jer. 2,
13). Si Cristo no sacia nuestra sed, ¿cómo vamos a saciar la sed de Cristo de
los demás? Si no tenemos en nuestra vida de cada día el agua de Jesús, ¿cómo
vamos a poder dársela a los demás? Y el imperativo de Jesús nos sigue a todos
lados: “Porque tuve sed y me disteis de
beber” (Mt. 25, 35).
[1] Ejemplo de plantaciones de café en
países enteros y no de otros productos. Control del precio por parte de las
multinacionales.
hoy en día nos ofrecen cientos de pozos,pero donde el agua está contaminada,otros secos,y otros llenos de falsas promesas.Por eso pienso que el único pozo que llena el cuerpo y el alma,es el pozo donde está el cuerpo y sangre de Jesús,nos da comida ,bebida,amor, bondad, sacrificio,total nos sacia de todo,de alegría ,felicidad, sobre todo de esa fuerza que cada vez que ayudamos a un hermano nuestro,nos llena de paz y de amor.Un abrazo , y que cacito a cacito,vayamos llenando nuestro pozo de pequeñas obras. Alabado sea Dios.
ResponderEliminarOración a la VIRGEN DEL CARMEN
ResponderEliminarTengo mil dificultades :AYÚDAME
De los enemigos del alma:SÁLVAME
En mis desaciertos: ILUMÍNAME
En mis dudas y penas: CONFÓRTAME
En mis enfermedades :FORTALÉCEME
Cuando me desprecien: ANÍMAME
En las tentaciones :DEFIÉNDEME
En horas difíciles :CONSUÉLAME
Con tu corazón maternal :ÁMAME
Con tu inmenso poder: PROTÉGEME
Y en tus brazos al expirar : RECÍBEME.
Virgen del Carmen, ruega por nosotros. AMÉN
Feli preciosa la oracion como para hacerla vida de nuestra vida.un abrazo.
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