miércoles, 6 de marzo de 2024

Domingo IV de Cuaresma (B)

10-3-2024                              DOMINGO IV CUARESMA (B)

2Cro. 36, 14-16.19-23; Sal. 136; Ef. 2, 4-10; Jn. 3, 14-21

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Queridos hermanos:

En el evangelio de hoy se dice: “Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él”. Es decir, Dios envió a Jesucristo para salvarnos y para que nos fuesen perdonados los pecados. Sin embargo, vamos a hacernos una pregunta:

            ¿Tienen perdón nuestros pecados? ¿De verdad creéis que Dios puede perdonarnos una y otra vez, a pesar de que nosotros le fallamos una y otra vez? Hay un pueblo en Asturias en donde hace un tiempo vivía una mujer relativamente joven. Vivía sola y trabajaba cuidando a gente mayor. Vivía en una casa de alquiler y pagaba entonces unos 150 € al mes. Pero lo que le pagaban por su trabajo no le daba para llegar a final del mes. ¿Sabéis lo que hacía esta mujer para completar el dinero que le faltaba? Pues se prostituía. ¿Sabéis de dónde venían los hombres para estar con ella? Pues de las aldeas y pueblos de alrededor. Pero ella sólo se acostaba con los hombres necesarios para pagar todos sus gastos mensuales. Más no quería. ¿Podrá Dios perdonar a esos hombres que dejaban sus mujeres e hijos un rato en el día para irse con esta mujer? ¿Podrá Dios perdonar a estos hombres que utilizaban la necesidad de esta mujer para acostarse con ella?

Creo que una vez ya os lo había contado, había un hombre casado que estuvo en una ocasión con una brasileña en una casa de citas. Volvió a casa hacia las 10,30 de la noche. Al llegar su hija de 6 años, que se iba a acostar, se lanzó al cuello de su padre para besarlo y desearle las buenas noches. Aquel beso le ardió al hombre: con los mismos labios que había hecho “cosas” a la brasileña, con esos mismos labios media hora después besaba a su hija. ¿Tienen perdón nuestros pecados?

            Hace unos años estuve en Salamanca haciendo ejercicios espirituales. También coincidí con otras religiosas que los hacían. Y una de ellas me confió que se dedicaba a atender a adolescentes rotas de familias rotas:

* Me habló de una niña de unos 12 años, que fue adoptada y el padre adoptivo se aprovechó, sexualmente hablando, de ella. La niña tuvo que salir de aquella casa, y ahora está en manos de psicólogos y terapeutas. No sé si se habrá podido recuperar del trauma. Esta niña ha tenido, por lo menos, dos fracasos grandes en su vida ya a tan corta edad: unos padres que la abandonaron y otro que ha abusado de ella. ¿Tendrán perdón estos pecados?

* Asimismo me habló de otra niña, cuyos padres se separaron. La madre se casó ahora con otro hombre y tiene un hijo de éste. La niña, que tiene 14 años, ve como un intruso a su hermanastro y al padrastro, y reacciona con mucha violencia. No la pueden tener en casa, pues las arma tan gordas que tiene que venir la guardia civil a sacarla de casa. Entonces mandaron a la chica a un organismo de la Junta de Castilla y León, que la remitió a estas religiosas. En la casa de las religiosas arma mucho follón también y ya la han amenazado los responsables de la Junta de Castilla con enviarla a un reformatorio. ¿Tienen perdón nuestros pecados?

* Finalmente, me contaba esta religiosa el caso de otra niña que llegó al centro de ellas y se le dio mucho cariño por parte de una de las religiosas. Con esto la niña estaba muy contenta, pero enseguida hubo problemas: porque si esta religiosa tenía atenciones también con otros adolescentes, entonces la chica se volvía violenta y pegaba a los demás. Si la religiosa atendía especialmente a esta chica, entonces los demás se celaban y armaban lío. Y todo esto por la falta de cariño de los padres entre sí y hacia sus hijos, que han originado unos niños y adolescentes totalmente rotos por dentro. ¿Tienen perdón nuestros pecados?

            Podría seguir. Estos son algunos ejemplos que he me han llegado, pero vosotros me podéis decir cientos más. Por tanto, repito las preguntas del principio: ¿Tienen perdón nuestros pecados? ¿De verdad creéis que Dios puede perdonarnos una y otra vez, a pesar de que nosotros le fallamos una y otra vez?

Veamos lo que nos dice el evangelio de hoy: “Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él”. Y también: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna”. El amor de Dios a los hombres es incondicional. No depende de nuestro comportamiento el que Dios nos ame o no. Dios nos ama desde siempre, nos ama y nos perdona siempre, y Dios nos ama y nos perdona para siempre. Por ello mandó a su Hijo entre nosotros, para nuestra salvación. Aunque bien es verdad que Dios pide en nosotros una respuesta a ese amor incondicional suyo.

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