miércoles, 8 de septiembre de 2021

Domingo XXIV del Tiempo Ordinario (B)

12-9-2021                              DOMINGO XXIV TIEMPO ORDINARIO (B)

                                                        Is. 50, 5-10; Sal. 114; Sant. 2, 14-18; Mc. 8, 27-35

¿Quién eres Tú para nosotros?

¿Quiénes somos nosotros para Ti?

¿Quiénes somos nosotros para nosotros mismos?

Homilía de vídeo

Homilía en audio

Queridos hermanos:

En el evangelio de este domingo Jesús hace dos preguntas directas a sus discípulos: En la primera les pregunta: “¿Quién dice la gente que soy yo?” Después de la respuesta de los discípulos, vuelve Jesús a preguntar por segunda vez: “Y vosotros, ¿quién decís que soy?”

1) Estas preguntas, sobre todo la última, tenemos que hacérnoslas en algún momento de la vida. Para responder a la última, no nos debe bastar lo aprendido en el catecismo, o en una fe de costumbres. Según estos ámbitos contestaríamos: ‘Jesús es el Hijo de Dios, el Hijo de María, el Salvador del mundo, el fundador de la religión cristiana, el representante de Dios en la tierra, un hombre muy bueno que nos habló de parte de Dios…’ Bien, pero esto no basta. Al menos, a mí no me basta. Por eso, me pregunto y os pregunto: ¿Quién es Jesús para vosotros y para mí, qué tiene que ver Jesús en nuestra vida concreta del día a día?: ¿Es un Jesús que solo está presente al acostarnos y rezarle una oración? ¿Es un Jesús de la Misa del sábado o del domingo? ¿Es un Jesús de la fiesta del día san Mateo, de Santiago Apóstol, de la Virgen de las Nieves, de la Virgen de Covadonga, del día de un funeral, del día de un bautizo…?

2) No obstante, desde que estuve de párroco en el concejo de Tapia de Casariego, me he hecho un poco gallego y contesto a una pregunta con otra pregunta. Tú, Jesús, nos preguntas: ¿quién eres Tú para nosotros, para mí? Bien, pero ahora yo te pregunto: ¿Quiénes somos nosotros para Ti, quién soy yo para Ti?

            En efecto, para contestar bien a la pregunta de quién es Jesús para nosotros, hemos primero de contestar a la pregunta de quiénes somos nosotros para Él. Solo quien tiene experiencia de quién es él mismo para Jesús, podrá contestar a la pregunta de quién es Él para nosotros. Solo quien se haya sentido amado y salvado por Él, podrá contestar a la pregunta de quién es Él para nosotros.

            3) Sin embargo, para contestar bien a la pregunta de quiénes somos nosotros para Él, tenemos que contestar antes a la pregunta de quiénes somos nosotros para nosotros mismos, es decir, tenemos que conocernos bien: con nuestros fallos y defectos, con nuestras virtudes y capacidades, con lo bueno y con lo malo, con nuestra personalidad, con nuestras relaciones con los demás, con nuestras debilidades y fortalezas…:

            - ¿Somos personas de un carácter tímido o más bien abierto? ¿Somos personas tranquilas o irascibles? ¿Somos personas pacientes con los demás y con nosotros mismos o impacientes? ¿Somos personas firmes en nuestras convicciones y actuaciones o somos más bien personas caprichosas y variables? ¿Somos generosos o egoístas? ¿Somos comprensivos con los demás y con las situaciones de los otros o somos más bien intransigentes y ‘justicieros’? ¿Somos personas que escuchan el punto de vista de los otros o somos tercos y ‘cabezones’?

            - ¿Somos honestos y honrados con las cosas materiales y con el dinero: en el ámbito familiar, entre amigos, en el trabajo, en las actividades vecinales y culturales en las que estemos metidos, o nos intentamos aprovechar de algún modo de ello?

            - ¿Somos responsables con nuestras tareas y en el trato con los demás, sin intentar echar la culpa o el trabajo a otras personas?

            - ¿Nos consideramos trabajadores y laboriosos en casa y fuera de casa o somos más bien perezosos y hacemos sólo lo que nos gusta o donde vamos a ser reconocidos por lo que hacemos?

            - ¿Somos personas veraces y dignas de crédito para los demás o decimos mentiras de forma habitual y fallamos a nuestra palabra habitualmente?

            - …

            Conocerse a sí mismo implica tener una capacidad de reflexión, de valentía para mirarse de frente, de ser profundo y no superficial, de ser maduro y no inmaduro.

            Si nos conocemos realmente como somos, podemos intentar mejorar los defectos y carencias que tenemos, y mantener y aumentar nuestras virtudes.

            Si intentamos mejorar y fracasamos en tantas ocasiones, nos veremos débiles, limitados y necesitados de ayuda. Como nos dice el salmo 121: “Levanto mis ojos a los montes, ¿de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor” (Slm 121, 1-2).

            Y entonces comprobamos que el Señor acude siempre en nuestra ayuda, porque nos ama y nos acoge, y porque nos acepta tal y como somos.

            4) ¿Quiénes somos nosotros para nosotros mismos? Nosotros somos débiles, frágiles, pero también con muchas virtudes, dones y posibilidades. Somos personas necesitadas de los demás y de Dios.

            ¿Quiénes somos nosotros para Él? Nosotros somos para Él sus hijos queridísimos. Somos la niña de sus ojos, somos el encanto de su corazón.

            ¿Quién es Él para nosotros? Él es nuestro Padre querido, es nuestra luz y nuestra fuerza. Él es quien nos acoge y ama siempre y para siempre. Él es nuestro Creador y Salvador. Él es paciente con nosotros en todo momento y en toda circunstancia. Él es el aire que respiramos, el calor en el invierno y la brisa suave en el desierto. Él es la vida y nos hace no temer la muerte. Él lo es todo para nosotros.

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