sábado, 14 de abril de 2018

Domingo III de Pascua (B)


15-4-2018                              DOMINGO III DE PASCUA (B)
TESTIGOS DE CRISTO
Homilía en vídeo
Homilía de audio.
Queridos hermanos:
Termina el evangelio de hoy diciendo: “Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto. Sí, Jesús nos llama a ser testigos de su pasión, de su resurrección, de la súplica que hace a todos los hombres para la conversión de un hombre viejo a un hombre nuevo, de un pecador a un santo. Jesús también nos llama a anunciar el perdón de los pecados a todos los hombres de todos los pueblos. Nadie está excluido de esta llamada universal a la salvación. Jesús nos llama a ser sus TESTIGOS DE TODO ESTO Y POR TODO EL MUNDO Y EN TODOS LOS TIEMPOS. Este testimonio se puede dar de muchos modos.
Hace poco os hablaba del testimonio que ha dado un policía francés, al dar su vida por otra persona. Yo entonces no sabía nada su vida. Hoy sé un poco y quiero poner a este policía para que nos sirva de ejemplo y para que anime también nuestro testimonio.
Aunque parezca contradictorio, la muerte de este policía es una llamada a la vida. Dios a través de este policía nos llama a la VIDA con mayúsculas, y a dar sentido a nuestra vida de cada día. Este policía francés se llamaba Arnaud Beltrame y tenía 45 años. En la madrugada del sábado 24 de marzo moría el teniente coronel Arnaud Beltrame, conocido ya como el héroe de Trèbes. El gendarme fue asesinado tras intercambiarse con una rehén durante el asalto terrorista perpetrado en un supermercado en Trèbes el pasado 23 de marzo.
 Arnaud nació en una familia poco practicante, pero se convirtió a la fe en Jesucristo, al catolicismo a los 33 años. Así lo cuenta en un testimonio publicado tras su muerte el padre Jean-Baptiste, sacerdote de la abadía de Lagrasse que le acompañó en su camino de fe y en su preparación al matrimonio en estos últimos años:

Conocí por casualidad, durante una visita a nuestra abadía, monumento histórico, al teniente coronel Arnaud Beltrame y a Marielle, con quien acababa de casarse civilmente el 27 de agosto de 2016. Simpatizamos enseguida y ambos me pidieron que preparase su matrimonio religioso, que yo debía celebrar cerca de Vannes el 9 de junio próximo (de 2018). Así pues, pasamos muchas horas trabajando los fundamentos de la vida conyugal durante dos años. Yo acababa de bendecir su hogar el 16 de diciembre (de 2017) y habíamos concluido su expediente canónico para el matrimonio. Esta joven pareja venía habitualmente a la abadía a participar en las misas, oficios y enseñanzas, y en particular a un grupo de acogida, Nuestra Señora de Caná. Aún vinieron el pasado domingo (18-III).
Inteligente, deportivo, hablador y carismático, a Arnaud le gustaba hablar de su conversión. Nacido en una familia poco practicante, vivió una auténtica conversión en torno a 2008, a los 33 años. Recibió la primera comunión y la confirmación tras dos años de catecumenado, en 2010.
Tras una peregrinación a Sainte-Anne-d’Auray en 2015, donde pidió a la Virgen María encontrar a la mujer de su vida, empezó a salir con Marielle, cuya fe es profunda y discreta. La petición de mano se celebró en la abadía bretona de Timadeuc en la Pascua de 2016.
Apasionado por la Gendarmería, alimentaba desde siempre gran pasión por Francia, por su grandeza, por su historia, por sus raíces cristianas, que había descubierto con su conversión.
Al ofrecerse en lugar de los rehenes, probablemente estuvo animado con pasión por su heroísmo de oficial, porque para él ser policía quería decir proteger. Pero él sabía el riesgo extraordinario que asumía.
Él era consciente también de la promesa de matrimonio religiosa que había hecho a Marielle, con quien ya estaba civilmente casado y a quien amaba tiernamente. De eso soy testigo.
¿Entonces? ¿Tenía derecho a asumir tal riesgo? Creo que sólo su fe puede explicar la locura de ese sacrificio que hizo hoy para admiración de todos. Él sabía que, como nos dijo Jesús, ‘no hay mayor amor que el de quien da la vida por sus amigos’ (Jn 15, 13). Él sabía que, si su vida comenzaba a pertenecer a Marielle, también era de Dios, de Francia, de sus hermanos en peligro de muerte. Creo que sólo una fe cristiana animada por la caridad podía pedirle ese sacrificio sobrehumano.
Pude verle en el hospital de Carcassone hacia las nueve de la noche del viernes. Los policías y los médicos o enfermeras me llevaron hasta él con una gran delicadeza. Él estaba vivo, pero inconsciente. Pude darle la extremaunción y la bendición apostólica ‘in articulo mortis’. Marielle respondía a esas bellas fórmulas litúrgicas.
Era Viernes de Dolores, justo antes de comenzar la Semana Santa. Acababa de rezar el oficio de nona y el viacrucis por su intención. Pedí al personal que cuidaba de él si podría tener una medalla de la Virgen, la de la Rue du Bac, de París [Medalla Milagrosa], junto a él. Comprensiva y profesional, una enfermera la sujetó a su hombro.
No pude casarle, como se ha dicho equivocadamente en un artículo, porque estaba inconsciente.
Arnaud no tendrá jamás hijos carnales. Pero su heroísmo impactante va a suscitar, creo, numerosos emuladores, dispuestos al don de sí mismos por Francia y su alegría cristiana”.
Arnaud es testigo de Cristo Jesús. Arnaud es un espejo en el que podemos mirarnos nosotros y puede hacernos ver lo que nos falta para llegar a ser verdaderos y buenos seguidores de Jesús resucitado:
* Arnaud encontró la alegría de la fe.
* Arnaud descubrió y amó a Jesús vivo.
* Arnaud, a través de Jesús, descubrió y amó a Marielle; con ella compartió el amor y la  fe. ¡Qué grande es poder compartir con otros el amor, la fe, la vida…!
* Arnaud y Marielle tomaban parte activa en la Iglesia con diversas actividades: celebraban su fe en la liturgia y en la oración, formaban y nutrían su fe con la enseñanza, profundizaban en su fe.
* Por todo lo anterior, sucedió como consecuencia lógica y natural que Arnaud, por su deber como policía, y por su deber como cristiano, entregó su vida por otros, pues “no hay mayor amor que el de quien da la vida por sus amigos” (Jn 15, 13).
Todo esto es ser testigo. No simplemente cumplir unos ritos o aceptar unas creencias, sino vivir en esa intimidad con Dios y con su santa Iglesia. SÓLO DESPUÉS DE ESTO SE PUEDE SER TESTIGO DE JESÚS.
¡Hagamos nosotros lo mismo en nuestra vida ordinaria!

2 comentarios:

  1. Mi querido cura de Tapia,

    Se puede ser testigo de muchas formas, ésta que nos cuentas es una de ellas. Gracias por todo tu trabajo, todo el tiempo que dedicas a ponernos ejemplos palpables para que nos sea más fácil el camino. Cuídate!!!!

    Un abrazo para cada un@

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  2. Ser testigo hoy .en día en el que todo vale y si no sigues la corriente y callas te llaman de todo menos normal, o te miran con expresión de que estás trasnochado , no es para mí fácil pues ser testigo me parece que es vivir el Evangelio de forma radical , no aquí bueno pero allí ..... y no soy tan valiente , ser testigo de palabra , ser testigo con tu vida...... Quizás en tiempo de Jesús era tan difícil como ahora , pero como mínimo creían en Dios y unos aceptaban una vida después de ...... y otros no, pero hoy ....niegan, esconden la muerte, .....si alguien actúa bien le denominan buena persona y si no es creyente ,rápidamente si tu lo eres te lo recalcan.
    Ser testigos de Cristo Resucitado y de que El y solo El Salva ahora , en este momento y siempre, requiere tanto valor como el ejemplo puesto por D Andrés y creo que solo viviendo con nuestra única confianza puesta en El podremos y esto o se pide sin desesperar o no me parece fácil conseguirlo.
    Y muchas gracias cura de Tapia , por el tiempo que dedica a su parroquia y a los que en ella veraneamos y por sus homilias y la facilidad que da para acceder a ellas.


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