27-3-2016 DOMINGO I DE PASCUA (C)
* (Se lee el evangelio de S. Lucas
de la Vigilia Pascual).
Vamos a analizar este evangelio que acabamos de escuchar.
- Aparecen varias mujeres, con
nombres y “apellidos”. Las mujeres suelen ser más prácticas que los hombres… y
más valientes. Ellas compran aromas para embalsamar el cuerpo muerto de Jesús.
Madrugan, es decir, se levantan antes de que salga el sol, y van fuera de la
ciudad, hacia donde está Jesús enterrado. Van a embalsamar a un muerto.
- Como prácticas que son, saben que
el sepulcro, en donde está Jesús enterrado,
está cubierto por una piedra grande, que ellas no tienen la fuerza
necesaria para mover. No sé si se lo dijeron a sus maridos o a los apóstoles o
a otros hombres. Si se lo dijeron y les pidieron ayuda, seguro que estas
mujeres se llevaron un “bufonazo”: “Estáis locas; ¿queréis que nos maten
también a nosotros?; déjame dormir; que lo haga (lo de embalsamar) su familia;
¿por qué tienes que meterte tú en eso, en la vida de los demás?...” Por eso, fueron
solas y se preguntarían quién les iba a correr la piedra del sepulcro.
- Con gran sorpresa, al llegar al
sepulcro, ven que la piedra está corrida. A pesar de su miedo, entran en el
sepulcro. Allí se les presentaron dos hombres y se asustaron aún más. Éstos les
dijeron que Jesús había resucitado.
- Las mujeres salen corriendo; están
llenas de espanto y se lo cuentan a los apóstoles y a los demás discípulos. ¿Cómo
reaccionan éstos? El evangelio dice: “Ellos
lo tomaron por un delirio y no las creyeron”.
Bien, hasta aquí una explicación
somera del evangelio. Vamos ahora a tratar de aplicarlo a nosotros, a nuestro
tiempo:
- Fueron mujeres las que se
preocuparon de ir al sepulcro para embalsamar a Jesús. Ahora mismo, también
aquí, en este templo un número aplastante de seres humanos son mujeres y muy
pocos hombres. Contemos los hombres, si os parece: uno, dos, tres,… Contemos
ahora las mujeres: una, dos, tres…, catorce…, veinte…
- Si las mujeres les dicen a sus
maridos, a sus hijos, a sus nietos… que les acompañen a ver a Jesús muerto y
resucitado, que les ayuden y compartan su fe…, en muchas ocasiones estos
responden que nos les den la lata, que son cosas trasnochadas, que eso es un cuento…
- Sí, las mujeres están demasiado
acostumbradas a que no se les haga caso, a predicar en el desierto, a recibir “bufonazos”… Pero hemos de reconocer que nuestra familia, nuestra sociedad, y
también nuestra Iglesia ESTÁN SOSTENIDAS POR ESTAS MUJERES ‘débiles’ (que no
pueden mover una piedra), asustadizas, que son como el cubo de la basura en
donde se puede echar gritos, desprecios, falta de sensibilidad, “bufonazos”….
Por eso, hoy, día del Sábado Santo, de la Vigilia Pascual, del Domingo de
Pascua quiero reconocer esta labor callada, entregada y constante de las
mujeres en el mundo de ayer, de hoy y de siempre.
* Asimismo, en el día de hoy quiero
traer aquí un testimonio precioso de Cristo Vivo y Resucitado en Alfonso del
Corral. Alfonso del Corral fue uno de los “jugadores de leyenda” del equipo de
baloncesto del Real Madrid en los años 80 y después fue director médico del
club durante 13 años. En la actualidad es director de la prestigiosa Unidad de
Traumatología, Ortopedia y Medicina Deportiva del Hospital Ruber Internacional
de Madrid. Está casado, y es padre de cinco hijos, “cuatro aquí y uno en el
cielo”. La pérdida de su hijo desencadenó un proceso de acercamiento a
Dios y transformación que hoy le ayuda a acercarse a muchas personas hundidas
en el sufrimiento. La tragedia llegó en el momento de mayor éxito profesional,
cuando su equipo acariciaba el título en la liga, una terrible noticia cambió su
forma de vivir la fe. Fue una noche de junio de 1997. Acababa de recibir la
máxima calificación por su tesis doctoral en la Universidad de Navarra. La
alegría académica se sumaba al trabajo competitivo de los jugadores del equipo
blanco, que disputaban el último partido de la liga española. Corría el minuto
77. Alfonso tuvo que dejar precipitadamente el banquillo. Álvaro, su hijo de seis años, se debatía entre la
vida y la muerte. Había sufrido un grave accidente tras jugar al fútbol
con sus amigos. La puerta de un garaje
le había aplastado. Horas después falleció. Es entonces “cuando te das cuenta de que no somos nada”.
La muerte de un hijo “es brutal. Que
muera un niño de seis años y medio no es normal, es como si te metieran un
bazooka y te partieran el pecho. Estás como muerto en vida”. Hasta este accidente, recuerda, “yo era creyente, pero con una tradición
recibida, y no vivida. Ahora, aún con mis contradicciones, intento ser una
persona que vive su fe con un compromiso. Porque en medio del dolor yo tuve la experiencia de Dios con el Resucitado.
Y hoy me dejaría partir las piernas afirmando que Jesucristo ha resucitado”. Alfonso no es precisamente una
persona sugestionable, sino un hombre de ciencia. Él sabe que esta experiencia
que cambió radicalmente su vida es real: “Doy fe, tengo una experiencia personal de esto. Hay quien puede pensar que son alucinaciones, pero yo soy médico, soy una
persona racional: aquello que experimenté, lo viví real. Esa
verdad me acompaña y me da la esperanza de que Él está ahí”. “Pero Dios es mucho más que una sensación o
una percepción. Lo importante no es esa
experiencia, sino el camino posterior, esos momentos en los que ves que
Él está aquí y te acompaña”.
Alfonso hoy piensa que el sufrimiento a veces sirve para despertar a los
que viven desatentos, cerrados. “En el éxito normalmente no estás receptivo,
el triunfo nos envuelve y difícilmente estamos abiertos a otra cosa que al
disfrute de los sentidos”. Es en el sufrimiento, cuando se abren los oídos.
“Hay quien queda destruido, pero a la mayor parte de la gente el dolor les
transforma y les hace ser mejores personas, crean o no crean. Pero si
creen, normalmente su transformación es más profunda y trascendente”,
explica el doctor del Corral. A partir de ese momento empezó a leer todo lo que
caía en sus manos de las distintas religiones existentes. Pero, como ha
afirmado: “sólo leyendo el evangelio me calmaba”. Dios entró como un
viento fuerte en su vida, y empezó a llenarlo todo. El temor desapareció, y
tuvo una completa certeza de que el Buen Dios le concedería ver de nuevo a su
hijo.
* En (la noche) el día de hoy, OS
ANUNCIO QUE CRISTO JESÚS HA RESUCITADO. Esta es la experiencia de la Iglesia,
de tantos santos, de tantas personas a lo largo de los siglos. No vale, sin embargo, que lo experimenten
los demás. Tiene que experimentarlo uno mismo. ¿Cómo sabemos que nos hemos
encontrado con Jesús muerto y resucitado? Cuando nuestra vida es distinta y no nos
importa el qué dirá la gente. Os animo a encontrar a ese Cristo que vive por la
resurrección de Dios Padre sobre Él.
Experimentar la resurrección de CRISTO ,es lo mas grande que nos puede pasar.Siempre fuí creyente ,pero tengo que decir ,desde que mi marido se fué al CIELO ,siento la paz de JESÚS ,que me hace llevar la vida con serenidad ,y con lo que es mas grande con la certeza que el día que DIOS me lleve ,me volveré a reunir con él y con tantos seres queridos que ya no estan .JESÚS ahora es mí norte ,llena mis vacios me da fuerza para seguir adelante yo misma pienso ,como soy capaz de hacer tantas cosas ,que algun dia me pareceria imposible ,pero tengo la respuesta el SEÑOR está con migo "nada temo".
ResponderEliminarNo quiero dejar de decir que me quedaron unos hijos maravillosos ,nietos que son una bendición ,y por todo ello te doy gracias SEÑOR .felíz dia de pascua para todos,QUE EL SEÑORCON SU MISERICORDIA NOS BENDIGA
Como mi amiga Mary feliz día de Pascua,de la RESURRECCIÓN DEL SEÑOR.Amig@s,hoy es un día grande para mí.Tengo una paz inmensa en mi corazón,tuve una pequeña lucha en mi interior,pero con este día de vida ,de vida eterna,estoy feliz.Dicen que después de la tempestad ,viene la calma.Y mi calma es fructifica.Dios nos bendiga.
ResponderEliminarFelices Pascuas ! Mi deseo que resuciten en nosotros el Amor ,La Paz y el perdón y el Ser día a día un poco mejore persona para que Jesus sienta nuestro amor por El
ResponderEliminarSonriamos ......
¡Hoy es el Gran Día de la Virgen! Nunca lo había pensado.
ResponderEliminarEstos días intenté acercarme más al dolor y al sufrimiento de Jesucristo en la Pasión, y sin darme cuenta me fui acercando y compartiendo el dolor y el sufrimiento de su Madre. Poco a poco me fui sintiendo madre con María, y fui sufriendo con ella: La injusticia de la condena, de las palizas, insultos, y salivazos. La angustia de la flagelación, la coronación de espinas, y el camino del Calvario. El dolor insoportable de la crucifixión y muerte. Pero lo que me desgarró completamente el corazón, fue la imagen de María, con su Hijo muerto en brazos, abrazándole, acariciándole, besando, limpiando y curando sus heridas... ¡Quién no ha besado y abrazado a un familiar muerto! ¡Qué terrible tiene que ser cuando ese familiar es tu hijo!
Nadie ha sufrido como María, la Pasión y muerte de su Hijo. Nadie puede alegrarse como ella de su Resurrección. Hoy, al terminar la misa, el sacerdote ha entonado el Regina Caeli, y todos cantamos a la Virgen, con el corazón esponjado, felicitándola por su alegría: ¡Alégrate, María! ¡Aleluya! ¡Porque tu Hijo ha resucitado como había prometido! ¡Aleluya!