26-4-2015 DOMINGO IV DE PASCUA (B)
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Homilía de audio en MP3
Queridos hermanos:
Homilía de audio en MP3
Queridos hermanos:
Hoy,
cuarto domingo de Pascua, celebra la Iglesia el domingo del Buen Pastor. Jesús
es el Buen Pastor. Él se hace presente a través de hombres (los sacerdotes)
para desempeñar esta tarea. Estos hombres tienen sus miserias y sus grandezas,
sus caídas y sus vueltas a levantarse y comenzar, sus fallos y sus aciertos,
sus debilidades y sus fortalezas, sus pecados y la gracia de Dios,… Un sacerdote es un ser humano, como
vosotros, al que Dios ha elegido para ser servidor suyo dentro de la Iglesia.
Todos los años
comento algún aspecto de esta fiesta de Jesús, Buen Pastor. En el día de hoy
quiero leeros la noticia que leí en un periódico el 25 de febrero de este año.
El texto era una carta de un sacerdote argentino. Decía así: “Les voy a comunicar una noticia muy
personal. Lo he pensado mucho y creo que es el momento de hacerles conocer esto
que, para
algunos será una noticia amarga e inesperada. Pero otros, en cambio, lo
verán como la lógica de un hombre que quiere ser en
verdad libre. Creo que hoy es el momento propicio en que debo
hacerlo. Mi conciencia me lo está pidiendo. Y yo
hoy quiero ser fiel a mi conciencia. No puedo seguir luchando contra ella.
Señores y señoras: simplemente quiero decirles
que quiero seguir ejerciendo el ministerio del sacerdocio en beneficio
del Pueblo de Dios, porque creo que Jesús me llamó para eso. Y lo
quiero seguir haciendo porque soy libre y a mi libertad quiero serle fiel. No
se crean que soy un santo o un tipo de otro mundo. Al contrario, soy un pobre gaucho que va arrastrando el carretón de la vida como
puede. No soy para nada perfecto, al contrario. Y quienes me conocen
un poquito pueden dar fe de esas imperfecciones… y relatarlas (sobre todo los
más cercanos que padecen mi carácter).
Mis excusas para abandonar
A) Quiero seguir siendo sacerdote, a pesar de varias
cosas que me han tirado atrás muchas veces:
1) Yo también me enamoré
alguna vez de una mujer. Pero cuando llegó el momento de elegir entre ella y Jesús (que es a
quién le había consagrado mi vida) no dudé. El que no haya dudado no quiere
decir que no haya llorado en los rincones con el corazón roto en mil pedazos y
una angustia por querer acariciar una piel que no podía ser mía. El tiempo, y
sobre todo la distancia, fueron sanando esa parte afectiva de mi corazón. Es
que yo no abracé el sacerdocio porque no me gustaran las mujeres o porque no
quería formar una familia y tener hijos. Todo eso lo deseaba, pero lo renuncié
por un amor más grande al que quería darle mi vida. En el seminario fue muy
fácil tomar la decisión. Con cuatro años de sacerdote tuve que volver a tomar
esa decisión… y no fue tan fácil. Pero no me arrepiento ni de la primera ni de
la segunda decisión… que en definitiva es la misma: abrazar libremente el
celibato.
2) Pero eso no es todo. Les puedo decir que el ministerio puede enfermar corporalmente. Les
podría enumerar los ataques de hígado y gastritis que me dejaron los
campamentos y convivencias con jóvenes… También les puedo contar que yo tengo
diabetes: junto con el descuido de mi obesidad, comenzó a desatarse con el
estrés que me produjo tener que pasar un Instituto Secundario, completo, al
turno tarde. Y anduve cuatro años ‘loco’, porque no sabía que la tenía. Hoy
unas pastillitas me han serenado, pero la vista y los riñones están resentidos.
Y sí, podemos tener problemas corporales, pero quién no los tiene. Si hoy me
estuviera por ordenar y me advirtieran que en mi futuro se vendrían estos
achaques corporales, no lo dudaría un instante. Volvería a elegir el
sacerdocio.
3) Durante mis años sacerdotales me ha tocado compartir con párrocos y coadjutores muy buenos. También de los
otros. He tenido que sobrellevar la soledad de
una casa (de varias). Las comunidades en las cuales he ejercido como párroco
siempre eran de escasos recursos: en algunas
tenía muy poco para comer y en otras tenía que olvidarme de comprarme ropa.
Pero no me he quejado: cuando hay, hay; y cuando no hay, no hay.
4) He tenido desencuentros con mis Obispos (uno me
amenazó con suspenderme ad divinis). He tenido desencuentros con mis hermanos presbíteros (el mote de “Roña
Castro” ya no lo usan, pero la fama queda). He tenido problemas con laicos en muchas comunidades… Muchos de
estos problemas no eran culpa de los otros, sino solamente míos (carácter de
m.. el tuyo, cura..). Claro que a veces los demás ponían su granito o granote
de arena. Pero todo eso no me hizo dudar de mi sacerdocio.
5) Les tengo que contar más. Muchas veces me enojé con Dios. Porque tenía muchas
excusas para abandonar el sacerdocio, pero no podía. Lo del profeta Jeremías: “me sedujiste Señor, y me
dejé seducir”, me daba mucha bronca: ¿a dónde voy a huir si en
definitiva vos lo sos todo para mí? Y hay veces en las cuales no puedo ni rezar
o tengo que confesarme de manera muy frecuente, pero sigo siendo sacerdote
porque toda esta historia comenzó con una certeza: Él puso su mirada sobre mí,
me habló, me enamoró… y yo ya no pude ser plenamente libre de decirle que no…
como todo enamorado: la libertad está en estar junto al Amado.
B) El motivo de estas líneas
Les tengo que aclarar que esto no va contra ningún hermano sacerdote que ha dejado el
ministerio. Para nada. Quien ha tenido que tomar la decisión de
quedarse sabe de los dramas de quién ha tomado la decisión de partir. Algunos
de entre ellos eran mis amigos. Yo no soy ni quiero ser juez de ninguno de mis
hermanos. Tampoco escribo para que ustedes los juzguen.
Este escrito habla de mí. Les quiero contar algo que ni un periodista
resentido con la Iglesia ni otro aliado al poder de turno que le tira los
morlacos, les contarán. Simplemente les quiero contar
que hoy, libremente, sin coacción de mi Obispo, ni del Papa, ni de Doña María,
elijo seguir siendo sacerdote. No porque no crea en el amor o
la vida clerical me sea fácil y cómoda. Simplemente
elijo seguir siendo sacerdote porque me sé elegido por Dios para una tarea en
su Iglesia. A esa elección yo, como muchos otros sacerdotes que no salen ni en
diarios o televisiones, le quiero ser fiel.
Y como soy un pobre tipo (lo digo de verdad), les pido
lo que pide un grande de hoy (el Papa Francisco): recen por mí. Pero también recen por ese cura que
está al lado de ustedes, en las parroquias, en las escuelas, en los
hospitales o haciendo las compras en el Súper. Ellos también necesitan de su
oración. Y, muy de vez en cuando, de alguna palabrita amable o algún gesto
cariñoso. Es que somos hombres y no extraterrestres o ángeles. Y porque
hombres, más allá de todos nuestros dramas, hay una convicción: hoy también
elegimos seguir siendo sacerdotes”.
Hoy
no quiero ni puedo comentar nada a estas palabras de un hermano presbítero y
sacerdote del otro lado del charco (Argentina). Sólo quiero terminar con unas
palabras de Jesús en el evangelio de hoy: “Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la
vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve
venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estragos y las
dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen
Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me
conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas”.
Preciosa carta porque no es ni metafísica, ni ciencia ficción. Real como la vida misma. Felicitaciones al cura argentino.
ResponderEliminarNos vemos mañana.
Un penitente agradecido
Una gran carta ..una gran revelación de un alma ...una carta muy sincera que llego a mi corazón ...,no se quien será este cura tan real ..tan sincero al cual pondré en mi oración ... ....
ResponderEliminarQue bonita carta, que real como la vida misma,con nuestros altibajos,pero somos humanos, el Papá,el cura,las madres, los padres,los hijos,ect,solo Dios es perfecto,pero para eso está El,nuestro Padre,que nos orienta cuando estamos perdidos y nos vuelve al redil .Mi admiración para ese cura tan sincero y honesto.Tenemos que rezar todos por todos.
ResponderEliminarEsta carta que hoy nos mandas a modo de homilía, es un gran regalo.
ResponderEliminarEl gran testimonio de este sacerdote, desde la mas sincera humildad, abriendo su corazón y su realidad, me parece un gran don recibido de lo alto, y nos muestra la gran fuerza del amor de Dios; que a pesar de nuestras miserias, sigue amándonos y queriéndonos en su rebaño.
BENDITO SEA DIOS
Vaya tambien mi admiración par éste Sacerdote ,humilde valiente con tanto coraje y agallas para luchar en la vida.
ResponderEliminarEl también tiene que sudar la camiseta,para seguir la llamada de Jesús ,como lo hacen sus compañeros Sacerdotes.A veces no nos damos cuenta de que son seres humanos como nosotros .Por ellos rezaré al buen Pastor para que no se pierda ninguno de ellos y les dé ya en éste mundo la felicidad que tanto merecen .Porque como dice nuestro querido Don andrés JESÚS se nos hace presente a través de ellos y esto es algo muy grande.Que DIOS los bendiga a todos .
Precioso testimonio de un sacerdote que a pesar de la lucha diaria quiere seguir siendo sacerdote porque quiere seguir siendo fiel a su vocacion al Maestro.
ResponderEliminarYo estuve a punto de ser claretiano y doy gracias a Dios porque los 14 anos pasados con ellos me han guiado siempre en la vida.
Esta carta nos hace pensar que los sacerdotes son seres humanos, con sus grandezas y sus debilidades. El
ResponderEliminarMaestro los ha llamado con esta frase: "ven y sígueme".Ellos le corresponden dejando todo por Él,y esto no siempre es fácil.
A mí, personalmente, me ha gustado
la sinceridad de cómo cuenta su lucha diaria, en el seguimiento de JESÚS.¡QUE DIOS LES AYUDE!
Desde el Jueves que leí la homilía homilia he recordado desde que inicie mi vida de Consagración, mis luchas, mis debilidades, los aciertos. Esta homilia me ha llevado a RENOVAR MI CONSAGRACIÓN AL SEÑOR, le he dado GRACIAS A DIOS por haberme llamado, por sostener mi vida por darme personas en la vida que me hacen caer en cuenta de mis debilidades y me ayudan a que ese seguimiento en mi Consagración sea como Dios quiere quiere que sea.
ResponderEliminarHoy Doy Gracias a Dios por los Pastores que nos guían en esta tierra, de una manera especial por la Vida de Andrés y por su entrega a los fieles y a quienes nos acercamos a él buscando su ayuda espiritual. GRACIAS SEÑOR. Y DALES SIEMPRE LA SABIDURIA, LA FORTALEZA Y TODO LO QUE CADA MOMENTO, CADA INSTANTE NECESITA EN SU VIDA PARA SEGUIR GUIANDONOS EN TU NOMBRE.