domingo, 30 de octubre de 2022

Todos los Santos (C)

1-11-2022                              TODOS LOS SANTOS (C)

                                                              Ap. 7, 2-4.9-14;Slm. 24; 1 Jn 3, 1-3; Mt. 5, 1-12

Homilía en vídeo

Homilía de audio

Queridos hermanos:

- Hace unos años, creo que siendo yo seminarista, presencié este diálogo. Resulta que un vecino mío había fallecido, cuando contaba con unos 45 años de edad. Murió de cáncer. Al morir dejó mujer y cinco hijos. El mayor de los hijos tenía entonces 12 años y la pequeña unos 2 años. La conversación que yo escuché fue esta: A la vuelta del funeral-entierro uno decía: ‘Al menos él descansó, lo peor es para los que se quedan, pues, con una pensión de viudedad y con cinco hijos, ¡qué difícil va a ser llevar adelante la familia!’ Otro le contestó: ‘Pues yo no estoy de acuerdo contigo. Yo creo que lo peor es para el que se fue, porque ese ya no volverá y los que se quedaron (mujer e hijos), de una forma u otra, saldrán adelante. El que no puede seguir adelante es el que se va’. Vosotros, ¿qué decís? ¿Es mejor para el que se queda… o para el que se va? Habrá unos que estén de acuerdo con el primero y otros con el segundo. Y habrá otros que digan como el gallego: ‘Depende’. Sí, depende, pues, si el que se muere, muere joven o relativamente joven, es una pena que haya acabado su vida tan pronto, pudiendo vivir más tiempo, y no ver crecer a sus hijos y a sus nietos, y disfrutar más de la vida. Pero, si el que fallece, lo hace ya de mayor, pues es buena su muerte, porque tendría bastantes achaques, dolores y querría descansar y no dar qué hacer a los demás. Y así podemos sacar tantas opiniones como personas hay en el mundo a la pregunta que yo planteaba más arriba: ¿Es mejor para el que se queda… o para el que se va?

            Sin embargo, a esta pregunta hemos respondido desde nosotros, desde esta vida terrena en la que nos encontramos, desde nosotros, que vivimos, respiramos y comemos. Pero es conveniente también responder a esta pregunta desde el otro lado, es decir, desde Dios y desde los que han fallecido. Si les preguntamos a ellos: ‘¿Es mejor para el que se queda… o para el que se va?’ ¿Qué nos responderán? Como veis, os doy algo de tarea para pensar.

            - Asimismo deseo reseñar aquí algunas de las frases de la Instrucción de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre sepultura de los difuntos
y la conservación de las cenizas en caso de cremación
. Básicamente para leer este documento tenemos que hacerlo desde la perspectiva de tres preguntas: ¿Para quién es el documento? ¿Qué dice o establece el documento? ¿Por qué establece estas disposiciones esta Instrucción?

            * ¿Para quién es el documento? Este escrito está dirigido a los católicos, a aquellos que creen en Cristo Jesús y aceptan su santa Iglesia Católica.

            * ¿Qué dice o establece el documento? En los números 6 al 8 del documento dice: “6. Por las razones mencionadas anteriormente, no está permitida la conservación de las cenizas en el hogar. Solo en casos de graves y excepcionales circunstancias, dependiendo de las condiciones culturales de carácter local, el Ordinario, puede conceder el permiso para conservar las cenizas en el hogar. Las cenizas, sin embargo, no pueden ser divididas entre los diferentes núcleos familiares y se les debe asegurar respeto y condiciones adecuadas de conservación.

7. Para evitar cualquier malentendido panteísta, naturalista o nihilista, no sea permitida la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma, o la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos, teniendo en cuenta que para estas formas de proceder no se pueden invocar razones higiénicas, sociales o económicas que pueden motivar la opción de la cremación.

8. En el caso de que el difunto hubiera dispuesto la cremación y la dispersión de sus cenizas en la naturaleza por razones contrarias a la fe cristiana, se le han de negar las exequias.

* ¿Por qué establece estas disposiciones esta Instrucción? Las razones que da el documento son, entre otras, estas: “2. La resurrección de Jesús es la verdad culminante de la fe cristiana, predicada como una parte esencial del Misterio pascual desde los orígenes del cristianismo. Gracias a Cristo, la muerte cristiana tiene un sentido positivo. Por la muerte, el alma se separa del cuerpo, pero en la resurrección Dios devolverá la vida incorruptible a nuestro cuerpo transformado, reuniéndolo con nuestra alma.

3. la Iglesia recomienda insistentemente que los cuerpos de los difuntos sean sepultados en los cementerios u otros lugares sagrados. Enterrando los cuerpos de los fieles difuntos, la Iglesia confirma su fe en la resurrección de la carne, y pone de relieve la alta dignidad del cuerpo humano como parte integrante de la persona con la cual el cuerpo comparte la historia. No puede permitir, por lo tanto, actitudes y rituales que impliquen conceptos erróneos de la muerte, considerada como anulación definitiva de la persona, o como momento de fusión con la Madre naturaleza o con el universo, o como una etapa en el proceso de re-encarnación, o como la liberación definitiva de la “prisión” del cuerpo.

Por último, la sepultura de los cuerpos de los fieles difuntos en los cementerios u otros lugares sagrados favorece el recuerdo y la oración por los difuntos por parte de los familiares y de toda la comunidad cristiana. La Iglesia sigue prefiriendo la sepultura de los cuerpos; sin embargo, la cremación no está prohibida.

5. Si por razones legítimas se opta por la cremación del cadáver, las cenizas del difunto, por regla general, deben mantenerse en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio o, si es el caso, en una iglesia o en un área especialmente dedicada a tal fin por la autoridad eclesiástica competente.

Desde el principio, los cristianos han deseado que sus difuntos fueran objeto de oraciones y recuerdo de parte de la comunidad cristiana. Sus tumbas se convirtieron en lugares de oración, recuerdo y reflexión. Los fieles difuntos son parte de la Iglesia, que cree en la comunión «de los que peregrinan en la tierra, de los que se purifican después de muertos y de los que gozan de la bienaventuranza celeste, y que todos se unen en una sola Iglesia».

La conservación de las cenizas en un lugar sagrado puede ayudar a reducir el riesgo de sustraer a los difuntos de la oración y el recuerdo de los familiares y de la comunidad cristiana. Así, además, se evita la posibilidad de olvido, falta de respeto y malos tratos, que pueden sobrevenir sobre todo una vez pasada la primera generación, así como prácticas inconvenientes o supersticiosas.

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