jueves, 3 de febrero de 2022

Domingo V del Tiempo Ordinario (C)

6-2-2022                     DOMINGO V TIEMPO ORDINARIO (C)

Is. 6, 1-2a.3-8; Slm. 137; 1ª Cor. 15, 1-11; Lc. 5, 1-11

Homilía en vídeo

Homilía de audio

Queridos hermanos:

*  En marzo de 2011, meditaba en unos ejercicios espirituales sobre este mismo pasaje del evangelio: era el pasaje de la pesca maravillosa, siendo Pedro y sus compañeros testigos de todo esto. Recuerdo que me vinieron a la mente estos pensamientos: Vi y me enterneció la figura de Pedro. Me enterneció porque vi en él a un hombre rudo, embrutecido por el trabajo, desanimado, pero sobre todo vi a un Pedro humilde:

- Me enternece ver a Pedro muy cansado después de trabajar toda la noche, pero es que, además, su trabajo fue infructuoso, es decir, no cogió nada de pesca. Esto significa que no pudo vender el pescado, que no pudo repartir con sus compañeros el dinero, que tendrían que volver a casa de vacío, que no podrían dar nada a sus esposas para que comprasen o para que pagasen las deudas que tenían en las tiendas. Iba a ser un día triste para ellos y para sus familias. Así y todo, tuvieron que seguir con la rutina del trabajo: recoger las redes, repararlas, extenderlas y dejarlas listas para la siguiente noche en que intentaran pescar de nuevo. Primero trabajaron sin sacar nada y tienen que seguir trabajando, quizás para no sacar nada la noche siguiente.

En ese momento, se acerca Jesús rodeado de una gran muchedumbre de gente. Jesús quiere hablarles de Dios y quiere improvisar un púlpito en la barca de Pedro.  Este, que está triste, cansado, derrotado, con sueño, sin descanso, sin dinero, sin nada que ofrecer a su familia, sin embargo, se aviene a coger la barca e irse un poco de la orilla para que Jesús predique sobre su barca.

- Me enternece ver que Pedro, humildemente, se avenga a estar escuchando a Jesús, a pesar de su cansancio y de su sueño. ¿Cómo le sonarían a Pedro aquellas palabras sobre Dios que Jesús iba diciendo? ¿Le parecerían palabras muy bonitas, pero irreales? ¿Le parecerían palabras bonitas, pero que a él y a su familia, a él y a sus compañeros y familias no les sacarían del hambre? Porque, en muchas ocasiones, las palabras de Dios son muy bonitas, pero ‘no valen’ para nuestra vida de cada día. Mas Pedro las escuchó con humildad y se dio cuenta de que Jesús era un hombre de Dios. Y Pedro aprendió en ese momento algo que Jesús había dicho hacía poco tiempo al mismísimo diablo: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios” (Mt. 4, 4).

- Me enternece ver cómo Pedro, ante las palabras de Jesús al terminar de enseñar a la gente y decirle: “Rema mar adentro, y echad las redes para pescar”, se aviene a remar mar adentro. Pedro obedece humildemente, porque él sabía de pesca y Jesús no (Él era de Nazaret, un pueblo que no tenía nada que ver con la pesca). Dice Pedro a Jesús: “Maestro, hemos estado toda la noche faenando sin pescar nada, pero puesto que tú lo dices, echaré las redes”.

- También me enternece cómo Jesús, que estaba totalmente enamorado de Dios, su Padre, sin embargo, tenía los pies en el suelo y se había dado cuenta de que Pedro y sus compañeros no habían pescado nada esa noche, se había dado cuenta que no iban a poder vender pescado y sacar dinero para las necesidades de sus familias, se había dado cuenta de que estaban agotados por el trabajo y descorazonados por la pesca infructuosa, se había dado cuenta de que Pedro, a pesar de todo ello, había dejado las redes, había cogido la barca y sacado unos metros a la mar y había escuchado pacientemente sus palabras, a pesar de su frustración y de su cansancio.

- Me enternece ver a Pedro, humilde una vez más, porque, ante el milagro de la pesca abundante, cae a los pies de Jesús exclamando: “Apártate de mí, Señor, que soy un pecador”. Para Pedro ahora Jesús ya no es “maestro”, como antes, sino “Señor”. Pedro se da cuenta de que Jesús no es simplemente un profeta que habla de Dios y de las cosas de Dios, sino que tiene un poder divino en sus manos y en sus palabras. Pedro sabía que, durante el día, no se pescaba en el mar aquel, que tenía que ser por la noche. Pedro sabía que no había pescado nada y que no podía ser que ahora reventara la red de peces y que las dos barcas no dieran abasto para contener tanta pesca.

- Me enternece ver cómo Jesús escoge a este Pedro humilde para ser “pescador de hombres”.

* Esto fue lo que pasó. Así nos lo contó el evangelio que acabamos de escuchar. Pero vamos a hacer nosotros ahora otro evangelio. Vamos a cambiar algunas cosas:

- Vamos a repetir la primera parte del evangelio: Imaginaros que Pedro y sus compañeros llegan a tierra después de una pesca infructuosa. No cogieron nada, no van a vender nada, no van a poder llevar dinero para sus familias, para sus hijos, para pagar sus deudas. Están agotados y frustrados. Están irritables y su ira la descargan contra cualquiera que se acerque, incluso contra Dios, porque no han pescado nada. Si Dios puede todo y es tan bueno, porque no hizo que pescaran algo para alimentar a sus hijos. ¿Qué culpa tienen sus hijos?

- En ese momento se acerca Jesús rodeado de gente y le pide a Pedro que saque de nuevo la barca a la mar, que la aparte un poco de la orilla para que él pueda hablar a la gente de las cosas de Dios. Imaginaros que Pedro, cansado e irascible, le contesta mal a Jesús: ‘¡Vete a otro sitio o pide el favor a otro! ¡Yo ya tengo bastante con mis problemas! Voy a irme con mi familia y a dormir un poco, porque a la noche necesito estar descansado para ver si pesco algo y puedo alimentar a mi familia. ¡No estoy ahora para monsergas ni sermones! ¡Déjame en paz!’ ¿No era lógico lo que Pedro decía? ¿Hubiera hecho mal Pedro? Jesús seguramente se habría ido a otro punto de la orilla, después de pedirle perdón a Pedro. Y aquí se hubiera acabado el evangelio aquel.

- Estoy completamente seguro que Jesús en sus tres años de apostolado, de ir de aquí para allá, invitó a muchas personas a estar con Él, a escucharle… Pero también estoy seguro que, lo mismo que unos aceptaron la invitación de Jesús: Pedro, Mateo, Zaqueo…, hubo otros que lo rechazaron: el joven rico, algunos fariseos, aquel joven que quería ir a enterrar a su padre…

- Sí, estoy completamente seguro que, si Pedro hubiera rechazado la petición de Jesús, si no hubiera sido humilde, Pedro no habría hecho aquella pesca maravillosa, ni habría sido elegido como “pescador de hombres”.

¿A qué Pedro nos parecemos más nosotros; al primero o al segundo, al que obedece dócil y humildemente a Jesús, a pesar de sus muchos problemas, o al que protesta y se enfada porque la vida lo trata mal y no quiere saber de Dios?

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