7-2-2016 DOMINGO V TIEMPO ORDINARIO (C)
* En marzo de 2011, meditaba en unos ejercicios
espirituales sobre este mismo pasaje del evangelio: era el pasaje de la pesca
maravillosa, siendo Pedro y sus compañeros testigos de todo esto. Recuerdo que
me vinieron a la mente estos pensamientos: Vi y me enterneció la figura de Pedro.
Me enterneció porque vi en él a un hombre rudo, embrutecido por el trabajo, desanimado, pero sobre todo
vi a un Pedro humilde:
- Me enternece ver a Pedro muy cansado después de trabajar toda la noche,
pero es que, además, su trabajo fue infructuoso, es decir, no cogió nada de
pesca. Esto significa que no pudo vender el pescado, que no pudo repartir con
sus compañeros el dinero, que tendrían que volver a casa de vacío, que no
podrían dar nada a sus esposas para que comprasen o para que pagasen las deudas
que tenían en las tiendas. Iba a ser un día triste para ellos y para sus
familias. Así y todo, tuvieron que seguir con la rutina del trabajo: recoger
las redes, repararlas, extenderlas y dejarlas listas para la siguiente noche en
que intentaran pescar de nuevo. Primero trabajaron sin sacar nada y tienen que
seguir trabajando, quizás para no sacar nada la noche siguiente.
En ese momento, se acerca Jesús
rodeado de una gran muchedumbre de gente. Jesús quiere hablarles de Dios y
quiere improvisar un púlpito en la barca de Pedro. Éste, que está triste, cansado, derrotado,
con sueño, sin descanso, sin dinero, sin nada que ofrecer a su familia, sin
embargo, se aviene a coger la barca e irse un poco de la orilla para que Jesús
predique sobre su barca.
- Me enternece ver que Pedro, humildemente, se avenga a estar escuchando
a Jesús, a pesar de su cansancio y de su sueño. ¿Cómo le sonarían a Pedro
aquellas palabras sobre Dios que Jesús iba diciendo? ¿Le parecerían palabras
muy bonitas, pero irreales? ¿Le parecerían palabras bonitas, pero que a él y a
su familia, a él y a sus compañeros y familias no les sacarían del hambre?
Porque, en muchas ocasiones, las palabras de Dios son muy bonitas, pero ‘no
valen’ para nuestra vida de cada día. Mas Pedro las escuchó con humildad y se
dio cuenta de que Jesús era un hombre de Dios. Y Pedro aprendió en ese momento
algo que Jesús había dicho hacía poco tiempo al mismísimo diablo: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda
Palabra que sale de la boca de Dios” (Mt. 4, 4).
- Me enternece ver cómo Pedro, ante las palabras de Jesús al terminar
de enseñar a la gente y decirle: “Rema
mar adentro, y echad las redes para pescar”, se aviene a remar mar adentro. Pedro obedece humildemente, porque él sabía
de pesca y Jesús no (Él era de Nazaret, un pueblo que no tenía nada que ver
con la pesca). Dice Pedro a Jesús: “maestro,
hemos estado toda la noche faenando sin pescar nada, pero puesto que tú lo
dices, echaré las redes”.
- También me enternece cómo Jesús, que estaba totalmente enamorado de
Dios, su Padre, sin embargo, tenía los
pies en el suelo y se había dado cuenta de que Pedro y sus compañeros no
habían pescado nada esa noche, se había dado cuenta que no iban a poder vender
pescado y sacar dinero para las necesidades de sus familias, se había dado
cuenta de que estaban agotados por el trabajo y descorazonados por la pesca
infructuosa, se había dado cuenta de que Pedro, a pesar de todo ello, había
dejado las redes, había cogido la barca y sacado unos metros a la mar y había
escuchado pacientemente sus palabras, a pesar de su frustración y de su
cansancio.
- Me enternece ver a Pedro, humilde una vez más, porque, ante el milagro
de la pesca abundante, cae a los pies de Jesús exclamando: “apártate de mí, Señor, que soy un pecador”.
Para Pedro ahora Jesús ya no es “maestro”,
como antes, sino “Señor”. Pedro se da
cuenta de que Jesús no es simplemente un profeta que habla de Dios y de las
cosas de Dios, sino que tiene un poder divino en sus manos y en sus palabras.
Pedro sabía que, durante el día, no se pescaba en el mar aquel, que tenía que
ser por la noche. Pedro sabía que no había pescado nada y que no podía ser que
ahora reventara la red de peces y que las dos barcas no dieran abasto para
contener tanta pesca.
- Me enternece ver cómo Jesús escoge a este Pedro humilde para ser “pescador de hombres”.
* Esto fue lo que pasó. Así nos lo
contó el evangelio que acabamos de escuchar. Pero vamos a hacer nosotros ahora otro evangelio. Vamos a cambiar
algunas cosas:
- Vamos a repetir la primera parte
del evangelio: Imaginaros que Pedro y sus compañeros llegan a tierra después de
una pesca infructuosa. No cogieron nada, no van a vender nada, no van a poder
llevar dinero para sus familias, para sus hijos, para pagar sus deudas. Están
agotados y frustrados. Están irritables y su ira la descargan contra cualquiera
que se acerque, incluso contra Dios, porque no han pescado nada. Si Dios puede
todo y es tan bueno, porque no hizo que pescaran algo para alimentar a sus
hijos. ¿Qué culpa tienen sus hijos?
- En ese momento se acerca Jesús
rodeado de gente y le pide a Pedro que saque de nuevo la barca a la mar, que la
aparte un poco de la orilla para que él pueda hablar a la gente de las cosas de
Dios. Imaginaros que Pedro, cansado e irascible, le contesta mal a Jesús:
‘¡Vete a otro sitio o pide el favor a otro! ¡Yo ya tengo bastante con mis
problemas! Voy a irme con mi familia y a dormir un poco, porque a la noche
necesito estar descansado para ver si pesco algo y puedo alimentar a mi
familia. ¡No estoy ahora para monsergas ni sermones! ¡Déjame en paz!’ ¿No era
lógico lo que Pedro decía? ¿Hubiera hecho mal Pedro? Jesús seguramente se habría ido a otro punto de la orilla, después de
pedirle perdón a Pedro. Y aquí se hubiera acabado el evangelio aquel.
- Estoy completamente seguro que
Jesús en sus tres años de apostolado, de ir de aquí para allá, invitó a muchas
personas a estar con Él, a escucharle… Pero también estoy seguro que, lo mismo
que unos aceptaron la invitación de Jesús: Pedro, Mateo, Zaqueo…, hubo otros
que lo rechazaron: el joven rico, algunos fariseos, aquel joven que quería ir a
enterrar a su padre…
- Sí, estoy completamente seguro
que, si Pedro hubiera rechazado la petición de Jesús, si no hubiera sido
humilde, Pedro no habría hecho aquella pesca maravillosa, ni habría sido
elegido como “pescador de hombres”.
¿A
qué Pedro nos parecemos más nosotros; al primero o al segundo, al que obedece
dócil y humildemente a Jesús, a pesar de sus muchos problemas, o al que
protesta y se enfada porque la vida lo trata mal y no quiere saber de Dios?
Yo creo que tengo algo de los dos Pedros.Sobre todo el Pedro que escogió Jesús,yo también soy una persona humilde,no tengo estudios,y aquí estoy escribiendo esto,ayudando en mi parroquia en alguna cosa,visitando a personas en soledad.Porqué de algún modo me tocó y me dijo Feli,quiero que me sigas,y con mis defectos y virtudes,lo sigo y soy feliz,muy feliz.También tengo cosas del otro Pedro,vacilé,no fue ni es mi prioridad en muchas ocasiones,le fallé y le sigo fallando,hay cosas que no me gustan dentro de mi propia Iglesia.Pero le pido,que sobre todo me haga fuerte en el amor hacia los demás,que me conozcan un poco como a Pedro,por el AMOR.UN ABRAZO A TOD@S AMIG@S,Y PARA NUESTO (PEDRO) ANDRÉS ,PESCADOR DE PERSONAS.
ResponderEliminarAndrés: Dos palabras: Como siempre Espléndido.-José Ramón
ResponderEliminarMe has trasmitido una gran ternura, Pater. Ternura hacia la figura de Pedro, detrás de quien andaba tras mi visita a Tierra Santa, y a quien no acababa de conocer a fondo...ternura hacia Jesús por su trato hacia todos nosotros, dándonos siempre la oportunidad de seguirle en tantas ocasiones al cabo de cada día, y una gran ternura hacia tí, como pastor, amigo, guía de tantas personas, actuando más que como padre, tantas veces como una madre que se desvive y va dando su vida por los hijos que el Señor sigue poniendo en su vida.
ResponderEliminar¡¡Bendito sea Dios! Sí, amigos. ¡¡Bendito sea Dios, que se muestra grande con nosotros, a través de este buen sacerdote, hijo suyo!
Lo que más me ha gustado de la homilía, es descubrir la humildad de Pedro. Yo también quiero seguir a Jesús, pero desgraciadamente, me cuesta ser dócil y desprenderme de mis razones. ¡Así me va!
ResponderEliminarGracias por esta homilía tan bonita y tan profunda. Un abrazo.
Me parece hermosísima esta homilía sobre este pasaje del evangelio, al que has sabido sacarle el jugo hasta la última gota; y que necesario resulta profundizar en la palabra de Dios!! podemos encontrar cosas insospechadas.
ResponderEliminarY quien era aquel Jesús?A mi aparte de todo lo que tu apuntas, me llama la atención el observar a este hombre, Pedro, que a pesar de su apariencia ruda, tiene un corazón humilde, con la humildad suficiente como para que Jesús le elija ser pescador de hombres; un hombre que supo comprender y descubrir quien era aquel Jesús que cada día convivía con ellos; y que no solo les hablaba de su Padre Dios, y del amor que este les profesaba; supo comprender ese amor, al ver como Jesús se preocupaba de sus necesidades materiales; de sus problemas, de sus familias y sufrimientos; ahí se le abrieron los ojos y supo que estaba ante EL SEÑOR; El Señor que es Padre, amigo, esposo, refugio, madre, que sabe cuidar no solo de las necesidades espirituales, sino que cuida también de las corporales; aquella pesca copiosa era la muestra de ello. Por eso aquel: apártate de mi Señor, que soy un pecador. Acaso por la mente de aquel pescador, hubiera pasado la idea de que Jesús no era consciente de su cansancio y de su fracaso; así al ver aquella cantidad de peces,( que para mi es una imagen de los que que pescaría a partir de entonces, como pescador de hombres) es consciente de su pecado, y se humilla.
La humildad, que importante para presentarnos ante el Señor!!
En mi la figura de Pedro siempre despierta mucha ternura; amaba a Jesús, era alguien muy importante para el (aunque en un momento determinado, le negara,por su miedo y debilidad) era humilde por su condición, bruto, ignorante, temperamental, pero yo veo en el un corazón sencillo, noble. que sabe discernir, y en su pobreza acepta la misión que Jesús le encarga ( que no es poca cosa).
A que Pedro me parezco yo, me pasa un poco como a Feli, en ocasiones me tiro al agua sin pensar, solo con el deseo de poder estar cerca del Señor; en otras, no es que me enfade con El, pero sí le dejo un poco de lado, y le cambio por otros planes mas terrenos. Mucho me ha de trabajar el Señor!!
Al escuchar esta predicación me viene a la mente un reciente viaje a tierra santa, mediante el cual, he podido visitar estos lugares donde el Señor predicó, hizo milagros,y escogió a Pedro como primer papa de su santa iglesia. Es emocionante!!
Muchas gracias Andrés, siempre nos presentas a un Jesús muy cercano, al igual que a todos los personajes que han convivido con El; esto a mi me ayuda mucho.
Un gran abrazo para todos.
BENDITO SEA DIOS,
Cuanto bien me hacen sus explicaciones del evangelio y hoy el comentario de choni me ha llegado muy adentro.Gracias a todos y a vd Andres que Dios siga dandole esa clarividencia para instruirnos.
ResponderEliminarMaravillosas tus palabras..que decir después de esta meditacion ...creo que tengo un poco de los dos Pedros ..eso sí no le echo la culpa al,Señor ..ni me enojo con el pero hay cosas que no logró comprender y me causa fastidio ...desesperanza ... Y es allí donde estoy por caer que algo hace clic en mí y ale para adelante .....,
ResponderEliminarGracias por tan bellas palabras
A que Pedro me parezco, en muchas cosas al segundo ,y eso que intento no ser así pero ahí mis fallos mís dfectos y mís dibilidades, tengo muchas caidas pero se que JESÚS me levanta y eso me hace sentirme mejor .La figura de Pedro es admirable ,ante su cansancio y el no haber sacado su jornal tenía que estar triste y sin gracia pero eso no fue impedimiento para pararse a escuchar al Maestro y obedecerle.JESÚS por su parte supo que aquel hombre humilde podia ser pescador de hombres y como tal lo llamó .Padre Andrésa UD tambien el Señor lo llamó para ser pescador en tierra y lo logra allí donde vaya .gracias por estas enseñanzas me hacen meditar y siento mucha paz interior ¡lo mas grande!un abrazo para todos y que DIOSNOS BENDIGA.
ResponderEliminarMi querido Cura de Tapia,
ResponderEliminarYo veo en Pedro una total confianza en Jesús, un dejarle hacer, aquello de “El sabe”. Mira, cuando hace unos meses me sacaron del puesto de trabajo, en el que llevaba muchos años, pensé que no era justo pues creo que, humildemente, no lo hacía mal, pero una voz interior me decía: “Dios sabrá, déjale hacer”. Ahora veo con claridad que El sabía lo que hacía y que todo está pensado para mi bienestar. Yo puedo elegir el sendero mas soleado o más sombrío pero no tengo duda que es El quien me pone en el camino.
Esto no quita para que en mi habiten los dos Pedros.
Buen trabajo y gracias por tu dedicación.
Un abrazo para cada un@